Versículo 16. Porque ciertamente no tomó sobre sí la naturaleza de los ángeles... Ου γαρ δηπου αγγελων επιλαμβανεται, αλλα σπερματος Αβραμ επιλαμβανεται. Además, no se aferra en absoluto a los ángeles, sino a la descendencia de Abraham. Esta es la lectura marginal, y es muy preferible a la del texto Jesucristo, con la intención de no redimir a los ángeles, sino al hombre, no asumió la naturaleza angélica, sino que se hizo hombre, viniendo directamente por la semilla o posteridad de Abraham, con quien se hizo el pacto original, para que en su semilla fueran bendecidas todas las naciones de la tierra; y es por esta razón que el apóstol mencionó la semilla de Abraham, y no la semilla de Adán; y es extraño que a muchos comentaristas se les haya escapado un sentido tan obvio. Los ángeles rebeldes, que pecaron y se apartaron de Dios, pudieron caer, hasta que cayeron en la perdición; el hombre pecó y cayó, y estaba cayendo, pero Jesús lo sujetó y evitó que cayera en la perdición sin fin. Así se agarró a la criatura humana que caía, y evitó que cayera en el abismo, pero no se agarró a los ángeles que caían, y éstos cayeron en las tinieblas exteriores. Al asumir la naturaleza del hombre, impidió esta caída final e irrecuperable del hombre; y al hacer una expiación en la naturaleza humana, hizo una provisión para su restauración a su bienaventuranza perdida. Este es un buen pensamiento del apóstol, y está bellamente expresado. El hombre estaba cayendo del cielo, y Jesús agarró a la criatura que caía, y evitó su ruina sin fin. A este respecto prefiere a los hombres que a los ángeles, y probablemente por esta sencilla razón, que la naturaleza humana era más excelente que la angélica; y es adecuado a la sabiduría del Ser Divino considerar todas las obras de sus manos en proporción a la dignidad o excelencia con que las ha dotado.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad