(3) Cuyo adorno no sea el exterior [adorno] de trenzar el cabello, y de usar oro, o de ponerse vestidos;

(3) Condena las indulgencias y los excesos desenfrenados de las mujeres, y expone su verdadera vestimenta, la que es preciosa ante Dios, es decir, la interior e incorruptible, que consiste en un espíritu manso y apacible.

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