ese adorno exterior de trenzar el cabello Así San Pablo enfatiza en 1 Timoteo 2:9 sobre el "cabello trenzado y el oro y las perlas" que en ese momento eran conspicuos en el tocador de las mujeres griegas y romanas. Las esculturas del Imperio en este período muestran hasta qué punto se llevaba este "trenzado" y "trenzado", a veces elevándose a una altura de algunas pulgadas sobre la cabeza, a veces entrelazados con cadenas retorcidas de oro o collares de perlas.

La finura y la moda de las prendas de vestir de las mujeres habían llegado en este momento a una extravagancia casi sin paralelo. El tejido vaporoso semitransparente del telar de Coan, las prendas teñidas de Mileto y Sardis, tenían una demanda especial. Las mujeres cristianas, enseña San Pedro, no debían buscar su adorno en cosas como estas, sino en "un espíritu manso y apacible". Se puede hacer la pregunta: ¿Son las palabras del Apóstol tanto prohibitivas como exhortativas? ¿Está mal que las mujeres cristianas ahora se peinen con trenzas o usen adornos de oro o perlas? La respuesta a esa pregunta debe dejarse principalmente a la conciencia individual.

“Que cada una esté completamente persuadida en su propia mente”. Sin embargo, como ayuda para tomar una decisión, se puede señalar (1) que el lenguaje no es el de una prohibición formal, sino el de una estimación comparativa del valor de los dos tipos de adorno; (2) que en cuanto a la tercera forma de ornamentación, siendo que se debe usar alguna ropa, las palabras no pueden tener una fuerza meramente prohibitiva; y (3) que en el caso posible, si no común, de que el esposo dé tales adornos y desee que su esposa los use, el "espíritu manso y tranquilo" que recomienda el Apóstol se manifestaría naturalmente al cumplir con sus pedidos en lugar de en una negativa obstinada y perversa. En general, entonces, como regla relacionada con la vida diaria, podemos decir que mientras las palabras no condenan el uso de joyas, o la atención al color y la forma del vestido, dentro de los límites de la sencillez y la economía, tienden a minimizar esa forma de adorno personal, y piden a las mujeres que confíen no en ellos, sino en las cualidades morales, como elementos de atracción. Sería, quizás, una regla segura que ninguna mujer debería gastar dinero en tales adornos.

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