(5) Si alguno enseña lo contrario, y no consiente en palabras sanas, [aun] las palabras de nuestro Señor Jesucristo, y en la doctrina que es conforme a la piedad;

(5) Condena severamente y excomulga o echa fuera de la Iglesia como orgullosos a los que no se contentan con la doctrina de Cristo (es decir, la doctrina de la piedad), sino que se fatigan a sí mismos y a los demás en vanas preguntas ( porque todas las demás cosas son vanas), porque no se contentan con la doctrina de Cristo. Los condena como mentirosos, porque no saben ni suenan a nada más que vanidad; como locos, porque se preocupan tanto en asuntos de nada; como plagas malignas, porque causan grandes contiendas y corrompen la mente y el juicio de los hombres. Para abreviar, los condena como profanos y malvados, porque abusan del precioso nombre de la piedad y la religión en aras de ganancias malvadas.

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