Porque en muchas cosas ofendemos a todos. (3) Si alguno no ofende de palabra, es un hombre perfecto, [y] capaz también de refrenar todo el cuerpo.

(3) El séptimo lugar, concerniente al refrenamiento de la lengua, se une al primero, de modo que se revela que no hay hombre en quien no se pueda hallar culpa también con justicia, ya que es una virtud rara el refrenar el lengua.

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