• Daniel 9:5

    Hemos pecado; hemos hecho iniquidad; hemos actuado impíamente; hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus decretos.

  • Daniel 9:6

    No hemos obedecido a tus siervos los profetas que en tu nombre han hablado a nuestros reyes, a nuestros gobernantes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

  • Daniel 9:7

    Tuya es, oh Señor, la justicia; y nuestra es la vergüenza del rostro, como en el día de hoy; de los hombres de Judá, de los habitantes de Jerusalén, de todo Israel, de los de cerca y de los de lejos, en todas las tierras a donde los has echado a causa de su rebelión con que se han rebelado contra ti.

  • Daniel 9:8

    Oh Señor, nuestra es la vergüenza del rostro; de nuestros reyes, de nuestros gobernantes y de nuestros padres; porque hemos pecado contra ti.

  • Daniel 9:9

    Del Señor nuestro Dios son el tener misericordia y el perdonar, aunque nos hemos rebelado contra él,

  • Daniel 9:10

    y no hemos obedecido la voz del SEÑOR nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.

  • Daniel 9:11

    Todo Israel ha transgredido tu ley, apartándose para no escuchar tu voz. Por ello han sido derramados sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra él.

  • Daniel 9:12

    Y él ha confirmado su palabra que habló contra nosotros y contra nuestros magistrados que nos gobernaban, trayendo sobre nosotros tan grande mal. Porque nunca se había hecho bajo el cielo un mal como el que se ha hecho a Jerusalén.

  • Daniel 9:13

    Como está escrito en la ley de Moisés, todo este mal nos ha sobrevenido y no hemos implorado el favor del SEÑOR nuestro Dios volviéndonos de nuestras maldades y prestando atención a tu verdad.

  • Daniel 9:14

    Por tanto, el SEÑOR ha tenido presente el hacer este mal y lo ha traído sobre nosotros. Porque el SEÑOR nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho; sin embargo, no hemos obedecido su voz.

  • Daniel 9:15

    “Ahora pues, oh Señor Dios nuestro — que con mano poderosa sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto y te hiciste de renombre, como en este día — , hemos pecado; hemos actuado impíamente.

  • Daniel 9:16

    Oh Señor, conforme a tu justicia, apártense, por favor, tu ira y tu furor de sobre Jerusalén, tu ciudad, tu santo monte. Porque a causa de nuestros pecados y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo han sido entregados a la afrenta en medio de todos los que nos rodean.

  • Daniel 9:17

    Ahora pues, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus ruegos, y por amor de ti mismo, oh Señor, haz que resplandezca tu rostro sobre tu santuario desolado.

  • Daniel 9:18

    Inclina, oh Dios mío, tu oído y escucha; abre tus ojos y mira nuestros lugares desolados y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre. Porque no estamos presentando nuestros ruegos delante de ti, confiados en nuestras obras de justicia, sino en tu gran misericordia.

  • Daniel 9:19

    Escucha, oh Señor. Perdona, oh Señor. Atiende y actúa, oh Señor. Por amor de ti mismo no pongas dilación, oh Dios mío; porque tu ciudad y tu pueblo son llamados por tu nombre”.

  • Daniel 9:20

    Aún estaba yo hablando y orando — confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, presentando mi ruego delante del SEÑOR mi Dios por el santo monte de mi Dios — ;

  • Daniel 9:21

    aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre al cual yo había visto en visión al principio, voló rápidamente y me tocó, como a la hora del sacrificio del atardecer.

  • Daniel 9:22

    Vino y habló conmigo diciendo: “Daniel, ahora he venido para iluminar tu entendimiento.

  • Daniel 9:23

    Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para declarártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la palabra y comprende la visión:

  • Daniel 9:24

    Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con la transgresión, para acabar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo.

  • Daniel 9:25

    Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; y volverá a ser edificada con plaza y muro, pero en tiempos angustiosos.

  • Daniel 9:26

    Después de las sesenta y dos semanas, el Mesías será quitado y no tendrá nada; y el pueblo de un gobernante que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin y hasta el fin de la guerra está decretada la desolación.

  • Daniel 9:27

    Por una semana él confirmará un pacto con muchos, y en la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Sobre alas de abominaciones vendrá el desolador, hasta que el aniquilamiento que está decidido venga sobre el desolador”.

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