• Isaías 13:4

    Un murmullo de multitud se oye sobre los montes, como de mucho pueblo, un rumor de reinos y de naciones congregadas. El SEÑOR de los Ejércitos pasa revista al ejército para la batalla.

  • Isaías 13:5

    El SEÑOR y los instrumentos de su ira vienen de una tierra lejana, del extremo de los cielos, para destruir toda la tierra.

  • Isaías 13:6

    Lamenten, porque cercano está el día del SEÑOR; vendrá como destrucción de parte del Todopoderoso.

  • Isaías 13:7

    Por tanto, todas las manos se debilitarán, y todo corazón humano desfallecerá.

  • Isaías 13:8

    Se llenarán de terror; convulsiones y dolores se apoderarán de ellos. Tendrán dolores como de mujer que da a luz. Cada cual mirará con asombro a su compañero; sus caras son como llamaradas.

  • Isaías 13:9

    He aquí que viene el día del SEÑOR, implacable, lleno de indignación y de ardiente ira, para convertir la tierra en desolación y para destruir en ella a sus pecadores.

  • Isaías 13:10

    Porque las estrellas de los cielos y sus constelaciones no irradiarán su luz. El sol se oscurecerá al salir, y la luna no dará su luz.

  • Isaías 13:11

    “Castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad. Haré que cese la arrogancia de los soberbios, y humillaré la altivez de los tiranos.

  • Isaías 13:12

    Haré al ser humano más preciado que el oro fino, y al hombre más que el oro de Ofir.

  • Isaías 13:13

    Por eso haré estremecer los cielos, y la tierra será removida de su lugar, a causa de la indignación del SEÑOR de los Ejércitos en el día de su ardiente ira.

  • Isaías 13:14

    “Como gacela acosada y como rebaño que no tiene quien lo junte, cada cual mirará hacia su propio pueblo, y cada cual huirá a su propio país.

  • Isaías 13:15

    Todo el que sea hallado será atravesado, y todo el que sea tomado caerá a espada.

  • Isaías 13:16

    Sus niños serán estrellados ante sus ojos; sus casas serán saqueadas, y sus mujeres violadas.

  • Isaías 13:17

    “He aquí que yo incito contra ellos a los medos, que no estiman la plata ni desean el oro.

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