Y confesó, y no negó; pero confesado, yo no soy el Cristo.

Y confesó, y no negó; pero confesado, yo no soy el Cristo. Al negar así el Mesianismo para sí mismo, resistió una fuerte tentación; porque muchos estaban dispuestos a aclamar al Bautista como a sí mismo el Cristo. Pero como no dio el menor motivo para tales impresiones de él, tampoco les dio un momento de entretenimiento.

Pero, ¿por qué todas estas definiciones tajantes? se puede preguntar. Por no hablarnos de ciertas misteriosas distinciones internas en la Deidad, que de no haber sido por la Encarnación quizás nunca hubieran podido ser aprehendidas en absoluto; pero con el propósito de arrojar luz sobre esa estupenda suposición de nuestra naturaleza que está a punto de ser anunciada, así como esa suposición arroja luz nuevamente sobre las eternas distracciones y compañerismos de la Deidad.

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