Ahora bien, ya no soy yo el que lo hace: querer el bien está presente en mí. Todas estas expresiones muestran que él habla de tentaciones que afectan sólo a los sentidos, la imaginación o los miembros del cuerpo, pero a las que la mente y la voluntad no dan su consentimiento, sino que les retienen una aversión; y mientras tanto nunca podrán ser verdaderos y propiamente pecados, lo cual debe ser con total deliberación y consentimiento. (Witham) --- El apóstol aquí quiere decir que él sabía por experiencia que el mal y no el bien habitaban dentro de él, según la carne.

Él no contradice este pasaje cuando dice en otra parte, que nuestros miembros son los templos del Espíritu Santo: (1 Corintios iii. 6. & c.) Porque el bien no se puede encontrar en nuestra carne, ya que está corrompido por el pecado; de donde nuestro Salvador dice: "Lo que es nacido de carne, carne es." (Juan iii.) Pero el bien está en nuestro cuerpo, cuando nuestros miembros bajo la influencia del alma, renovados por el Espíritu Santo que reside en él, se emplean en buenas obras.

El significado de este pasaje es que, aunque ahora sanado y renovado por la gracia, podía tener un perfecto deseo de hacer el bien; sin embargo, aún a causa del mal de la concupiscencia que habitaba en su carne, no se encontró capaz de realizar todo el bien que deseaba, porque la concupiscencia siempre lo impulsaba al mal contra su voluntad. (Estius)

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