Someteos a toda ordenanza humana por amor del Señor: ya sea al rey, como supremo;

Ver. 13. Sométete a toda ordenanza ] Es decir, aunque la ordenanza o gobierno en la forma de su constitución sea del hombre, sin embargo, debido a la necesidad de su institución, es de Dios; sométase a él, aunque sea de hombre, por amor del Señor. (Respuesta de Fuller al Dr. Fern.) Porque aunque aquí se le llama criatura u ordenanza del hombre, ya sea con respecto al hombre, el sujeto, por quien se ejerce, o el hombre, el objeto, de quien habla, o el hombre, el fin, a cuyo emolumento tiende; sin embargo, sigue siendo el don y la institución de Dios, el autor principal y el ordenante providente. A Deo sane est sive iubente, sive sinente , De Dios seguramente es, o tan imponente o tan sufriente, dice Agustín (contra Faust. Man xxii. 7.).

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