18-23 Mientras Pablo vio que no trabajaba en vano, siguió trabajando. Nuestros tiempos están en la mano de Dios; nosotros nos proponemos, pero él dispone; por lo tanto, debemos hacer todas las promesas con sumisión a la voluntad de Dios; no sólo si la providencia lo permite, sino si Dios no dirige nuestros movimientos de otra manera. Un muy buen refrigerio es para un ministro fiel, tener por un tiempo la sociedad de sus hermanos. Los discípulos están rodeados de enfermedades; los ministros deben hacer lo que puedan para fortalecerlos, dirigiéndolos a Cristo, que es su fuerza. Busquemos seriamente, en nuestros diversos lugares, promover la causa de Cristo, formando los planes que nos parezcan más apropiados, pero confiando en que el Señor los lleve a cabo si lo ve bien.

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