Y mi discurso en privado, así como mi predicación pública, no fue con las palabras persuasivas de la sabiduría humana, como las que usan los sabios del mundo; pero con la demostración del Espíritu y de poder - Con esa clase poderosa de demostración, que fluye del Espíritu Santo; que obra en la conciencia con la luz más convincente y la evidencia más persuasiva.

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