Juan bautizado no introdujo ninguna costumbre nueva, pues la ablución ceremonial o bautismo se practicaba en todas las religiones antiguas. Entre los judíos, los prosélitos eran bautizados al ingresar al pacto mosaico. El bautismo de Juan fue el signo externo de la purificación y el "cambio que da vida", y contenía la promesa del perdón de los pecados. Cristo también adoptó la antigua costumbre y la enriqueció con un nuevo significado y una eficacia aún mayor.

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