16. Pero si algún hombre parece Una persona contenciosa es aquella cuyo humor lo inclina a provocar disputas, y no le importa lo que sea de la verdad. De esta descripción están todos los que, sin ninguna necesidad, abolieron las buenas y útiles costumbres - plantean disputas con respecto a asuntos que no son dudosos - quienes no ceden ante los razonamientos - quienes no pueden soportar que nadie esté por encima de ellos. De esta descripción, también, son aquellos (ἀκοινώνητοι) serían personas singulares (641) que, por una afectación tonta, (642) apunta a alguna forma nueva e inusual de actuar. Esas personas a las que Pablo no considera dignas de ser respondidas, ya que la disputa es algo pernicioso y, por lo tanto, debe ser expulsada de las Iglesias. Con esto nos enseña que aquellos que son obstinados y aficionados a las disputas, deben ser restringidos por la autoridad en lugar de ser confrontados por disputas prolongadas. Porque nunca tendrás un final de disputas, si estás dispuesto a luchar con una persona combativa hasta que la hayas vencido; porque aunque venció cien veces, él todavía discutía. Por lo tanto, marquemos cuidadosamente este pasaje, para que no nos dejemos llevar por disputas innecesarias, siempre que sepamos distinguir a las personas contenciosas. Porque no siempre debemos considerar como contencioso al hombre que no acepta nuestras decisiones, o que se aventura a contradecirnos; pero cuando el temperamento y la obstinación se muestran, entonces digamos con Pablo, que las disputas están en desacuerdo con la costumbre de la Iglesia (643)

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