Santiago 2:18 . Sí, un hombre puede decir: Tú tienes fe y yo tengo obras. Existe una considerable diversidad de opiniones en la interpretación de estas palabras. Parecen ser el lenguaje de un objetor, siendo la forma usual por la cual se presenta una objeción ( Romanos 9:19 ; 1 Corintios 15:35 ); pero cuando se examinan, expresan los sentimientos de James, y no los de un oponente; si fuera una objeción, habríamos esperado lo contrario: 'Tú tienes obras y yo tengo fe'.

' Algunos, considerando las palabras como las de un objetor, dan la siguiente interpretación: 'Uno, defendiéndote, puede decir: Tú, que no tienes obras, tienes fe, y yo, que declaro que la fe sin obras es muerta, tengo obras. ; no hay razón para poner más énfasis en uno que en el otro.' Pero tal significado es complicado y torpe; invierte el lenguaje del apóstol. Otros suponen que el objetor es un judío farisaico que, oponiéndose a Santiago, sostiene que la justificación es enteramente por obras sin fe; pero tal significado no es confirmado por el contexto.

Es mejor suponer que las palabras no son las de un objetor, sino las de una persona que está de acuerdo con el apóstol, y que se presenta aquí para dar vivacidad a la discusión. No, uno puede interponer, Tú tienes fe y yo tengo obras. Otros conectan las palabras con Santiago 2:14 y consideran las palabras intermedias como paréntesis, pero no vemos cómo esto elimina la dificultad.

muéstrame tu fe sin tus obras, pruébame la realidad de tu fe. Una fe sin obras es incapaz de ser probada. Mostrar fe sin obras es simplemente una imposibilidad. Si existe en absoluto en tal estado, existe en una forma pasiva o latente en la mente de un hombre, y no se puede mostrar a los demás. La fe no se le niega enteramente al hombre, pero sí se le niega la fe viva; si la fe no se prueba a sí misma por las obras, está muerta y no tiene ningún valor en cuanto a la salvación.

y te mostraré mi fe por mis obras. Esta es la clave del significado de Santiago. La justificación se niega a una fe muerta, y se afirma sólo a una fe viva, una fe que se manifiesta en obras. Esta es la prueba por la cual debemos probar la realidad de nuestra fe; y esta es la prueba por la cual seremos juzgados en el juicio final. Entonces no seremos examinados en cuanto a la pureza de nuestro credo o la extensión de nuestro conocimiento, sino si hemos alimentado al hambriento, vestido al desnudo, visitado al enfermo y ministrado a los afligidos; si hemos practicado aquel culto religioso que consiste en visitar a los huérfanos ya las viudas en su aflicción, y en preservarnos sin mancha del mundo.

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