Tengo una recompensa ; por cumplir el encargo que se me ha encomendado con ánimo voluntario.

contra mi voluntad ; aunque sea a regañadientes, todavía tengo una confianza que debo cumplir. Cuando los ministros del evangelio renuncian a sus justos derechos, se someten a las inconveniencias, realizan trabajos y se sacrifican por hacer un bien mayor, imitan el ejemplo de Cristo, muestran la excelencia de su religión y pueden, por la gracia, esperar de él una distinguida recompensa.

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