Ahora, cuando vieron la osadía de Pedro y Juan, observaron con qué valentía y libertad hablaban, y abogaban por la causa de su Maestro, y en qué grado lo ensalzaban en la misma presencia de aquellos magistrados que tan recientemente lo habían condenado a la más muerte vergonzosa; y percibieron que eran iletrados e ignorantes O más bien, hombres analfabetos y sin educación , o hombres en puestos privados en la vida, como el Dr. Doddridge traduce la última palabra, ιδιωται, observando que las expresiones significan literalmente, “que no eran eruditos, ni en ningún rango público de la vida, como lo eran los sacerdotes y magistrados; pero que no importan falta de sentido común, ni ignorancia de lo que entonces era objeto de debate: de modo que nuestra traducción parece muy infeliz aquí ". Se maravillaron. Fueron sumamente asombrados; y tomó conocimiento de ellos Griego, επεγινωσκον, ellos sabían , o fueron persuadidos, es decir, al recordarlos o considerarlos más; que habían estado con Jesús habían sido sus discípulos, y de él habían recibido su conocimiento y su valor.

Es probable que ellos mismos hubieran visto a estos dos discípulos con él en el templo, o la noche en que lo llevaron, lo llevaron a la casa de Caifás y lo examinaron; y ahora recordaban que los habían visto con él. O algunos de los sirvientes de estos gobernantes, o los que estaban a su alrededor, les informaron de ello. Y cuando comprendieron que habían estado con Jesús, que habían hablado con él, que lo habían atendido y que se habían entrenado con él, supieron a qué atribuir su audacia; es más, su osadía en las cosas divinas fue suficiente para mostrar con quién se habían asociado y de quién habían recibido su educación. Observa, lector, que los que han estado con Jesús, que han tenido conversación y comunión con él, se conduzcan en todo para que los que conversan con ellos sepan que han estado con él; y por lo tanto, son hechos tan santos y celestiales, espirituales y alegres; tan elevado por encima de este mundo e inspirado por las esperanzas y los deseos de otro.Y, contemplando al hombre que fue sanado, como estaban obligados a reconocer que era; de pie con ellos Con Pedro y Juan, perfectamente recuperados; no podían decir nada en contra del hecho, aunque no estaban dispuestos a admitir la doctrina que tendía a probar con tanta fuerza.

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