(3) El fariseo se puso de pie y oró consigo mismo: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, extorsionadores, injustos, adúlteros, ni siquiera como este publicano.

(3) Aunque confesamos que todo lo que tenemos, lo tenemos de Dios, sin embargo, Dios nos desprecia como orgullosos y arrogantes si ponemos la más mínima confianza en nuestras propias obras delante de Dios.

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