(1) La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y lo envió y lo manifestó por medio de su ángel a su siervo Juan: (2) quien dio testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que vio. (3) Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas que en ella están escritas, porque el tiempo está cerca.

Esto se le asigna más apropiadamente a Jesucristo, la revelación que aquí se le da a Juan. Porque así como nadie fue hallado digno de abrir el libro y desatar los sellos, sino Cristo mismo como Mediador, así toda revelación, primaria y eficazmente, debe ser en él y de él. Y, por cierto, le ruego al lector que no pase por alto en esta relación dada de Cristo, cuán plenamente proclama su poder eterno y divinidad, ya que nadie sino uno que tiene presciencia, podría predecir eventos futuros.

Y aunque en este lugar, se habla aquí de Cristo, como el Cristo de Dios, el Mediador, sin embargo, tales poderes demuestran lo que todas las Escrituras, a una sola voz declaran, que Cristo es Dios y Hombre, en este carácter bendito. Tan pronto como Cristo fue establecido como el Anillo de Jehová en Sion, él instantáneamente actúa en ese alto cargo, y dice: Declararé el decreto. Compare Apocalipsis 5:6 y Apocalipsis 5:8 con Salmo 2:6

Por la frase de las cosas que deben suceder pronto, no puede significar más que su comienzo a cumplirse. Es muy cierto que ahora hemos llegado al comienzo del siglo XIX; y aunque se ha cumplido mucho, aún queda mucho por hacer. Pero el comienzo de las predicciones y los eventos entregados a Juan, pronto se cumplirían en parte, y así continuarían de generación en generación, hasta que todo se cumpliera.

Juan fue especialmente elegido para que le trajeran estas cosas sagradas y las entregara a la Iglesia, porque había disfrutado de un conocimiento más que ordinario de la Persona de su Señor durante su ministerio en la tierra. Y bajo el Espíritu Santo, había dado un testimonio sumamente decidido del Señor Jesús y su oficio: carácter, como la Palabra no creada y el Cristo de Dios, Jn 1:14; 1 Juan 1:1 .

¡Lector! no pase por alto la bienaventuranza pronunciada al leer, oír y recordar los gloriosos anales que aquí se dan a la Persona y Ministerio del Señor Jesucristo. Es un gran estímulo ser diligentes en nuestra atención a este libro tan precioso de Dios. ¡Oh! que el Espíritu Santo abra sus benditos contenidos a mi vista y los escriba en mi corazón; para que Dios sea glorificado en todas las cosas por medio de Jesucristo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad