Y la luz brilla en las tinieblas; y las tinieblas no lo comprendieron.

Aquí se traza la línea de distinción entre el carácter de aquellos que desde la ceguera natural de un estado caído, no despertados por el Espíritu Santo, no tienen percepción de la persona y gloria de Cristo; y aquellos que por gracia-unión con él, son llamados de las tinieblas a su luz maravillosa. ¡Pausa, lector! y contemplar los vastos privilegios del pueblo del Señor.

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