A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les quedan retenidos.

A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; ya quienes se los retuviereis, les quedan retenidos. En cualquier sentido literal y autoritativo, este poder nunca fue ejercido por uno de los apóstoles, y claramente nunca fue entendido por ellos como poseído por ellos o transmitido a ellos. (Ver la nota en.) El poder de entrometerse en la relación entre los hombres y Dios no puede haber sido dado por Cristo a sus ministros sino en un sentido ministerial o declarativo, como los intérpretes autorizados de su palabra, mientras que en las acciones de sus ministros, la naturaleza real de el poder encomendado a ellos se ve en el ejercicio de la disciplina de la iglesia.

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