Salmo 119:1-176

1 Bienaventurados los íntegros de camino, los que andan según la ley del SEÑOR.

2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo el corazón le buscan.

3 Pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos.

4 Tú mandaste que tus ordenanzas fuesen muy guardadas.

5 ¡Ojalá fuesen estables mis caminos para guardar tus leyes!

6 Entonces yo no sería avergonzado al observar todos tus mandamientos.

7 Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprenda tus justos juicios.

8 Tus leyes guardaré; no me abandones por completo.

9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra

10 Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.

11 En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti.

12 ¡Bendito seas tú, oh SEÑOR! Enséñame tus leyes.

13 Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.

14 Me he gozado en el camino de tus testimonios más que sobre toda riqueza.

15 En tus ordenanzas meditaré; consideraré tus caminos.

16 Me deleitaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras.

17 Haz bien a tu siervo para que viva y guarde tu palabra.

18 Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.

19 Peregrino soy yo en la tierra; no encubras de mí tus mandamientos.

20 Se consume mi alma por anhelar tus preceptos en todo tiempo.

21 Increpaste a los arrogantes; malditos los que se desvían de tus mandamientos.

22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio porque he guardado tus testimonios.

23 Aunque los gobernantes se sienten y hablen contra mí, tu siervo meditará en tus leyes.

24 Tus testimonios son mi delicia y también mis consejeros.

25 Mi alma está pegada al polvo; vivifícame según tu palabra.

26 Mis caminos te declaré, y me respondiste; enséñame tus leyes.

27 Hazme entender el camino de tus ordenanzas, y meditaré en tus maravillas.

28 Mi alma llora de ansiedad; sostenme conforme a tu palabra.

29 Aparta de mí el camino de engaño, y enséñame tu ley.

30 He escogido el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.

31 Me he apegado a tus testimonios; oh SEÑOR, no me avergüences.

32 Por el camino de tus mandamientos correré porque das amplitud a mi corazón.

33 Enséñame, oh SEÑOR, el camino de tus leyes, y lo guardaré hasta el fin.

34 Dame entendimiento, y guardaré tu ley; la observaré con todo el corazón.

35 Guíame por la senda de tus mandamientos porque en ella me deleito.

36 Inclina mi corazón a tus testimonios y no a las ganancias deshonestas.

37 Aparta mis ojos para que no vean la vanidad; vivifícame en tu camino.

38 Cumple tu promesa a tu siervo que te teme.

39 Aparta de mí el oprobio que me aterra porque buenos son tus juicios.

40 Mira cómo anhelo tus ordenanzas; vivifícame en tu justicia.

41 Venga a mí tu misericordia, oh SEÑOR; y tu salvación, conforme a tu promesa.

42 Entonces daré respuesta al que me afrenta, porque en tu palabra he confiado.

43 En ningún momento quites de mi boca la palabra de verdad, porque en tu juicio tengo puesta mi esperanza.

44 Tu ley guardaré siempre, para siempre jamás.

45 Andaré en libertad, porque he buscado tus mandamientos.

46 Hablaré de tus testimonios delante de los reyes y no quedaré avergonzado.

47 Me deleitaré en tus mandamientos, los cuales he amado.

48 Alzaré mis manos a tus mandamientos, los cuales he amado, y meditaré en tus leyes.

49 Acuérdate de la promesa dada a tu siervo en la cual me has hecho esperar.

50 Esto es mi consuelo en mi aflicción: que tu palabra me ha vivificado.

51 Mucho se han burlado de mí los arrogantes pero yo no me he apartado de tu ley.

52 Oh SEÑOR, me he acordado de tus juicios realizados desde tiempos antiguos y he hallado consuelo.

53 La indignación se apoderó de mí, a causa de los impíos que abandonan tu ley.

54 Tus leyes han sido cánticos para mí en el ámbito de mis peregrinaciones.

55 Oh SEÑOR, en la noche me he acordado de tu nombre y he guardado tu ley.

56 Esto me ha acontecido porque guardé tus mandamientos.

57 Tú eres mi porción, oh SEÑOR; me he propuesto guardar tus palabras.

58 He implorado tu favor de todo corazón; ten misericordia de mí según tu palabra.

59 Consideré mis caminos y volví mis pies a tus testimonios.

60 Me apresuré, y no me retardé, a guardar tus mandamientos.

61 Las cuerdas de los impíos me rodearon pero no me olvidé de tu ley.

62 A medianoche me levanto para darte gracias por tus justos juicios.

63 Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus ordenanzas.

64 De tu misericordia está llena la tierra. Oh SEÑOR, enséñame tus leyes.

65 Has hecho bien a tu siervo, oh SEÑOR, conforme a tu palabra.

66 Enséñame buen sentido y sabiduría porque tus mandamientos he creído.

67 Antes que fuera humillado, yo erraba; pero ahora guardo tu palabra.

68 Tú eres bueno y bienhechor; enséñame tus leyes.

69 Los soberbios forjaron engaño contra mí pero yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.

70 El corazón de ellos se ha vuelto insensible como sebo; pero yo me he deleitado en tu ley.

71 Bueno me es haber sido afligido para que aprenda tus leyes.

72 Mejor me es la ley que procede de tu boca que miles de piezas de oro y plata.

73 Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender para que yo aprenda tus mandamientos.

74 Los que te temen me verán y se alegrarán, porque en tu palabra he puesto mi esperanza.

75 Conozco, oh SEÑOR, que tus juicios son justos y que conforme a tu fidelidad me has afligido.

76 Que tu bondad me consuele conforme a lo que has prometido a tu siervo.

77 Llegue a mí tu misericordia para que yo viva, porque tu ley es mi delicia.

78 Sean avergonzados los arrogantes porque con engaño me han agraviado. Pero yo meditaré en tus preceptos.

79 Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios.

80 Sea mi corazón íntegro en tus leyes para que no sea yo avergonzado.

81 Desfallece mi alma en espera de tu salvación; en tu palabra he puesto mi esperanza.

82 Desfallecen mis ojos en espera de tu palabra diciendo: “¿Cuándo me consolarás?”.

83 Aunque he sido como un odre en medio del humo, no me he olvidado de tus leyes.

84 ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?

85 Los arrogantes me han cavado fosas, lo que no está de acuerdo con tu ley.

86 Todos tus mandamientos son fieles. Con engaño me persiguen; ayúdame.

87 Casi me han eliminado de la tierra pero yo no he abandonado tus ordenanzas.

88 Vivifícame conforme a tu misericordia y guardaré los testimonios de tu boca.

89 Para siempre, oh SEÑOR, permanece tu palabra en los cielos.

90 Por generación y generación es tu fidelidad; estableciste la tierra, y se mantiene firme.

91 Por tu mandato permanecen hasta hoy porque todos ellos son tus siervos.

92 Si tu ley no hubiera sido mi delicia ya habría perecido yo en mi aflicción.

93 Nunca jamás me olvidaré de tus ordenanzas porque con ellas me has vivificado.

94 Tuyo soy; sálvame porque he buscado tus ordenanzas.

95 Los impíos me han esperado para destruirme pero yo estoy atento a tus testimonios.

96 A todo lo perfecto le veo límite pero tu mandamiento es sobremanera amplio.

97 ¡Cuánto amo tu ley! Todo el día ella es mi meditación.

98 Por tus mandamientos me has hecho más sabio que mis enemigos, porque para siempre son míos.

99 He comprendido más que todos mis instructores porque tus testimonios son mi meditación.

100 He entendido más que los ancianos porque he guardado tus ordenanzas.

101 De todo mal camino contuve mis pies para guardar tu palabra.

102 No me aparté de tus juicios porque tú me has enseñado.

103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca!

104 De tus ordenanzas adquiero inteligencia; por eso aborrezco todo camino de mentira.

105 Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.

106 He jurado guardar tus justos juicios, y lo he de cumplir.

107 Oh SEÑOR, afligido estoy en gran manera; vivifícame conforme a tu palabra.

108 Sean agradables a ti, oh SEÑOR, las ofrendas de mi boca; y enséñame tus juicios.

109 De continuo está mi vida en peligro pero no me olvido de tu ley.

110 Los impíos me pusieron trampa pero no me desvié de tus ordenanzas.

111 Tus testimonios son mi heredad para siempre porque ellos son el gozo de mi corazón.

112 He inclinado mi corazón para poner por obra tus leyes de continuo y hasta el fin.

113 Aborrezco a los de doble ánimo pero amo tu ley.

114 Mi refugio y mi escudo eres tú; en tu palabra he puesto mi esperanza.

115 Apartaos de mí, malhechores, pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

116 Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; no me avergüences con respecto a mi esperanza.

117 Sostenme, y seré salvo; siempre me deleitaré en tus leyes.

118 Desprecias a todos los que se desvían de tus leyes pues su astucia es un engaño.

119 Hiciste que todos los impíos de la tierra fueran consumidos como escoria; por tanto, he amado tus testimonios.

120 Mi cuerpo se estremece por temor a ti y tengo reverencia por tus juicios.

121 El derecho y la justicia he practicado; no me abandones ante mis opresores.

122 Sé fiador de tu siervo para bien; no me hagan violencia los orgullosos.

123 Mis ojos desfallecen por tu salvación y por tu justa promesa.

124 Haz con tu siervo según tu misericordia y enséñame tus leyes.

125 Yo soy tu siervo; dame entendimiento para que conozca tus testimonios.

126 Ya es hora de actuar, oh SEÑOR, porque han violado tu ley.

127 Por eso amo tus mandamientos más que el oro, más que el oro puro.

128 Por eso he guardado todas tus ordenanzas; aborrezco todo camino de mentira.

129 Maravillosos son tus testimonios; por eso los guarda mi alma.

130 La exposición de tu palabra alumbra; hace entender a los ingenuos.

131 Mi boca abrí y suspiré porque anhelaba tus mandamientos.

132 Vuélvete a mí y ten misericordia de mí como acostumbras con los que aman tu nombre.

133 Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

134 Rescátame de la violencia de los hombres y guardaré tus mandamientos.

135 Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo y enséñame tus leyes.

136 Ríos de agua corren de mis ojos porque ellos no guardan tu ley.

137 Justo eres tú, oh SEÑOR, y rectos son tus juicios.

138 Has ordenado tus testimonios en justicia y en completa fidelidad.

139 Mi celo me ha consumido porque mis enemigos olvidan tus palabras.

140 Sumamente pura es tu palabra; tu siervo la ama.

141 Aunque soy pequeño y despreciado, no me he olvidado de tus ordenanzas.

142 Tu justicia es justicia eterna, y tu ley es la verdad.

143 Aflicción y angustia me han alcanzado pero tus mandamientos han sido mi delicia.

144 Justicia eterna son tus testimonios; dame entendimiento para que viva.

145 Clamo con todo mi corazón: Respóndeme, oh SEÑOR, y guardaré tus leyes.

146 A ti clamo; sálvame y guardaré tus testimonios.

147 Me anticipo al alba e imploro; tu palabra es lo que espero.

148 Mis ojos se adelantaron a las vigilias de la noche para meditar en tus palabras.

149 Oye mi voz conforme a tu misericordia; oh SEÑOR, vivifícame conforme a tu justicia.

150 Se acercan con maldad los que me persiguen; están lejos de tu ley.

151 Cercano estás tú, oh SEÑOR; todos tus mandamientos son verdad.

152 Hace mucho que he conocido tus testimonios, los cuales estableciste para siempre.

153 Mira mi aflicción y líbrame porque no me he olvidado de tu ley.

154 Aboga mi causa y redímeme; vivifícame conforme a tu palabra.

155 Lejos está de los impíos la salvación porque no buscan tus leyes.

156 Grande es tu misericordia, oh SEÑOR; vivifícame conforme a tu justicia.

157 Muchos son mis perseguidores y mis enemigos pero de tus testimonios no me he apartado.

158 Veía a los traidores y me disgustaba porque no guardaban tu palabra.

159 Mira, oh SEÑOR, cómo amo tus ordenanzas; vivifícame conforme a tu misericordia.

160 La suma de tu palabra es verdad; eternos son todos tus justos juicios.

161 Príncipes me han perseguido sin causa pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.

162 Yo me gozo en tu palabra como el que halla abundante botín.

163 La mentira aborrezco y abomino pero amo tu ley.

164 Siete veces al día te alabo por tus justos decretos.

165 Mucha paz tienen los que aman tu ley,y no hay para ellos tropiezo.

166 Tu salvación he esperado, oh SEÑOR, y tus mandamientos he puesto por obra.

167 Mi alma ha guardado tus testimonios y los he amado en gran manera.

168 He guardado tus ordenanzas y tus testimonios; todos mis caminos están delante de ti.

169 Llegue mi clamor delante de ti, oh SEÑOR; dame entendimiento conforme a tu palabra.

170 Llegue mi súplica delante de ti; líbrame conforme a tu dicho.

171 Mis labios rebosarán de alabanza cuando me enseñes tus estatutos.

172 Cante mi lengua tu palabra porque todos tus mandamientos son justicia.

173 Venga tu mano a socorrerme porque tus ordenanzas he escogido.

174 Anhelo tu salvación, oh SEÑOR, y tu ley es mi delicia.

175 ¡Que viva mi alma y te alabe, y que tus juicios me ayuden!

176 He andado errante como oveja extraviada; busca a tu siervo, porque no me he olvidado de tus mandamientos.

Salmo 119

Este célebre Salmo tiene varias peculiaridades. Está dividido en veintidós partes o estrofas, señaladas por las veintidós letras del alfabeto hebreo. Cada estrofa contiene ocho versos, y la primera letra de cada verso es la que da el nombre a la estrofa. El contenido es principalmente de alabanzas a la palabra de Dios, exhortaciones a que sea leída y reverenciada, oraciones por su debida influencia, y quejas contra los impíos que la desprecian. No hay sino dos versículos (122, 132) que no tengan algún término o descripción de la palabra de Dios. Estos términos son de varias derivaciones; pero se emplean aquí, mayormente, en forma sinónima, aunque el propósito aparente de la variedad de términos es para expresar mejor los varios aspectos de nuestra relación a la revelada palabra de Dios. El Salmo no parece tener relación alguna a ocasión o interés particular de la Iglesia o nación judaicas; pero evidentemente fué “destinado como manual de pensamientos píos, para la instrucción principalmente de los jóvenes; y su peculiar estructura artificial acaso fué adoptada para facilitar el estudio y el recuerdo del lenguaje”.

1. perfectoslit., completos, o sinceros (cf. el Salmo 37:37). de camino—de la vida. andan (obran) en la ley—según ella (cf. Lucas 1:6). Ley, de un vocablo que significa enseñar, es un término de significado más bien general, que denota la instrucción de la palabra de Dios.

2. testimonios—Así se llama la palabra misma de Dios, porque en ella Dios testifica en pro de la verdad y en contra del pecado. le buscan—que buscan el conocimiento de Dios, con el deseo de conformarse a la voluntad de él.

3. sus caminos—el curso recto que Dios revela.

4, 6. mandamientos—preceptos, son reglamentaciones relacionadas con una conducta específica, de un vocablo que significa inspeccionar. estatutos—u ordenanzas, leyes positivas de naturaleza permanente. Ambos términos originalmente denotan leyes más bien positivas que morales, que tienen fuerza por divina ordenación, ya sea su naturaleza o su razón de ser, entendida por nosotros o no. mandamientos—o instituciones. El término es comprensivo, pero denota más bien indicaciones fundamentales para la conducta, las que ordenan y las que prohiben.

7. juicios—justos: reglas de conducta formadas por las decisiones judiciales de Dios. De ahí el sentido amplio de la palabra en los salmos, de modo que incluye las decisiones de aprobación así como las de prohibición.

8. Reconoce la necesidad de la gracia divina.

9. Puede leerse todo el versículo como interrogación: ¿Con qué limpiará … para ocuparse (en ello) según tu palabra? La respuesta está implícita, y se infiere de los vv. 5, 10, y 18, a saber: por la gracia de Dios.

10-16. Debemos atesorar cuidadosamente la palabra de Dios, declararla a otros, meditar en ella, y deleitarnos sinceramente en ella, y luego por la gracia obraremos de conformidad con ella.

17-20. La vida es deseable a fin de servir a Dios; para poder hacerlo debidamente, debemos tratar de tener los ojos abiertos para contemplar su verdad, y desear celosamente entenderla bien.

21-24. Dios reprochará a los que desprecian su palabra, y librará a sus siervos de la reprensión de aquéllos, dándoles coraje en la verdad y por la verdad, aun delante de los más poderosos.

25-27. Si deprimidos nos sometemos a Dios, él nos reavivará con sus promesas, y nos inducirá a declarar su misericordia a otros.

28-32. A fin de adherirnos a su palabra, debemos procurar librarnos de las tentaciones del pecado y también de la desanimación. ensanchares mi corazón—con los afectos benévolos.

33-38. Para animarnos a pedir la ayuda divina en nuestro esfuerzo de adherirnos a su verdad, se nos permite creer que con su ayuda lo lograremos. la senda de tus mandamientos—(o estatutos), eso es, el camino o modo de vida prescripto en ellos. La ayuda que esperamos obtener por la oración ha de ser el punto de apoyo de nuestras resoluciones. Aparta mis ojos—haz que no vean la vanidadlit., la falsedad, todo otro objeto de confianza que no sea Dios: los ídolos, el poder humano, etc. (Lucas 31:6; Lucas 40:4; Lucas 60:11; Lucas 62:9). avívame en tu camino—hazme seguir con energía viviente el camino que tú me indiques. Avívame de la muerte de la impotencía espiritual (vv. 17, 25, 40, 50; Lucas 116:3). que te teme—tradúzcase: Confirma … tu palabra, que es para (producir) tu temor. “La que es para los que te temen.” Porque la palabra de promesa de Dios pertenece en manera peculiar a los tales (cf. Génesis 18:19; 1 Reyes 2:4; 1 Reyes 8:25). (Hengstenberg)

39, 40. Nuestra esperanza de la libertad del reproche de la inconsecuencia está en que el poder de Dios nos vivifique de modo que vivamos según su palabra, la que nos induce a amar. porque buenos son tus juicios—Ya debe ser el tiempo pues que tu justicia vuelva “el oprobio” desde la Iglesia sobre el mundo (Isaías 25:8; Isaías 66:6; Sofonías 2:8).

41-44. El sentimiento se desarrolla plenamente. Las misericordias y la salvación de Dios, como reveladas en su palabra, producen la esperanza del perdón del pasado y la seguridad en una vida recta para el futuro.

42. La posesión de la salvación (“salud”, v. 41) de Dios será la respuesta del salmista al “oprobio” (o sea, el reproche) del enemigo, de que su esperanza es falaz.

45-48. A la liberación del oprobio, imbuida en la verdad de Dios, se le agrega “gran franqueza en la fe,” acompañada con creciente deleite en la santa ley misma.

48. alzare … manos a tus mandamientos—Orando siempre (Sofonías 28:2) dirigiré mi corazón para guardar tus mandamientos.

49-51. La confianza en las promesas consuela a los que son afligidos y escarnecidos por los insolentes.

49. en la cual—Más bien, “Acuérdate … porque me has hecho.” Así lo requiere el hebreo. (Hengstenberg).

50. Léase: “Mi consuelo en mi aflicción es, que tu dicho (palabra) me ha vivificado.” (Maurer). Lo que la palabra ya ha hecho es garantía de lo que hará aún.

52-56. Los piadosos, impedidos y afligidos por la impiedad de los que rechazan la ley de Dios, se consuelan recordando que los grandes principios de la verdad divina permanecerán a pesar de todo; y también los “juicios antiguos” (v. 52) de Dios, es decir sus pasadas interposiciones a favor de su pueblo, son arras de que otra vez intervendrá para librarlos; y éstas llegan a ser el tema de constante y deleitosa meditación. Cuanto más guardamos la ley de Dios, tanto más la amamos.

53. Horror Más bien, “vehemente ira.” (Hengstenberg.)

54. Cánticos—como el desterrado canta sus canciones hogareñas (Sofonías 137:3), así el hijo de Dios, “extranjero en la tierra,” entona los cánticos del cielo, su verdadero hogar (Sofonías 39:12). En tiempos antiguos, las leyes se redactaban en verso, a fin de grabarlas lo más posible en la memoria del pueblo. Así pues, las leyes de Dios son canciones del creyente. mansión de mis peregrinaciones—la vida presente (Génesis 17:8; Génesis 47:9; Hebreos 11:13).

56. esto tuve, etc.—Más bien, “Esto es peculiarmente mío, el que (no porque) he guardado tus preceptos.” (Hengstenberg).

57-60. Sinceros deseos del favor de Dios, la humildad y la actividad, evidencian de veras la sinceridad de los que profesan haber hallado en Dios su felicidad (Números 18:20; Salmo 16:5; Lamentaciones 3:24).

58. Tu presencialit., tu rostro, tu favor (Lamentaciones 45:12).

59. Consideré—así como el hijo pródigo, ya en la estrechez de la miseria (Lucas 15:17).

61, 62. Y tanto más así, si la oposición de los enemigos, o el amor al sosiego queda vencido con honrar así la ley de Dios. me han robado—mejor me han rodeado, o con restricciones forzosas como grillos o con las cuerdas de sus redes. Hengstenberg traduce “lazos de impíos.”

62. A media noche—Hengstenberg supone una referencia al tiempo cuando el Señor salió a matar a los primogénitos egipcios (Éxodo 11:4; Éxodo 12:29; cf. Job 34:20). Antes se refiere a las alabanzas y oraciones nocturnas del salmista mismo. Cf. Pablo y Silas (Hechos 16:25; cf. Salmo 63:6).

63. La comunión de los santos. El deleitarse en la compañía de ellos es evidencia de pertenecerles (Salmo 16:3; Amós 3:3; Malaquías 3:16).

64. Resistidos por los impíos, y resistiéndolos a ellos, los piadosos se deleitaban en los que temen a Dios, pero después de todo, esperan el favor y la dirección no confiados en merecimiento alguno sino en la misericordia.

65-67. La confianza en las promesas (v. 49) es fortalecida por la experiencia de tratos anteriores conforme a las promesas, y por las oraciones elevadas en medio de la humillación.

66. Enséñame—“el buen juicio y conocimiento,” es decir, en tu palabra (para poder profundizar su espiritualidad); porque la expresión correspondiente (vv. 12, 64, 68), es “Enséñame tus estatutos.”

67. Hengstenberg lo hace referir al efecto purificador producido en las mentes de los judíos por el cautiverio (Jeremias 31:18). Es una verdad general (Job 5:6; Juan 15:2; Hebreos 12:11).

68. Referente al Señor Jesús, cf. Hechos 10:38.

69, 70. La astuta malicia que la calumniaba, lejos de apartarlo de la palabra de Dios, le ata en más estrecha unión a ella. Los malévolos son demasiado estúpidos para poder apreciar la palabra de Dios. Contra mí—Hengstenberg hace referir la “mentira” a las calumnias dichas contra los judíos durante el cautiverio, como la de los sediciosos (de Esdras 4). engrasóse … sebo—“El corazón de ellos está gordo como la grasa,” denota insensibilidad espiritual (Hechos 17:10; Hechos 73:7; Isaías 6:10).

71, 72. La aflicción de cualquier suerte obra como una disciplina salutífera, que hace que los piadosos aprecien en más alto grado la verdad y las promesas de Dios.

73. Como Dios nos hizo, así puede él gobernarnos. Cuanto a Israel, él dabe a Dios toda su existencia misma tanto la interna como la externa (Deuteronomio 32:6).

74. De modo que cuando haya hecho que confiemos en su verdad, hará que seamos para la alabanza de su gracia de parte de otros. “Los que te temen se alegrarán” de mi prosperidad, conforme consideren como suya la causa mía (Deuteronomio 34:2; Deuteronomio 142:7).

75-78. fidelidad—sin violar tu fidelidad en lo más mínimo; porque mis pecados merecían el castigo, y yo necesitaba del castigo paternal. Si se soporta el castigo con filial calma (Hebreos 12:6), se verificarán las promesas de misericordia de Dios (Romanos 8:28), y él dará el consuelo en la tristeza (Lamentaciones 3:22; 2 Corintios 1:3).

77. Vengan a mí. etc.—porque no me puedo allegar a ellas. Pero los impíos serán confundidos.

78. meditaré en tus mandamientos—o preceptos: y así no seré “avergonzado.”

79, 80. Los que pudieron haber creído que las aflicciones del salmista (o de Israel) eran evidencia de su rechazo por Dios, entonces serán inducidos a allegarse a Dios; como lo hicieron los amigos de Job cuando éste fué restablecido, el que anteriormente llegó, a causa de sus desgracias, a dudar de la realidad de su religión. íntegro—perfecto, sincero. avergonzado—desilusionado en mi esperanza de la salvación.

81-83. En el dolor el corazón piadoso anhela el consuelo de las promesas de Dios (2 Corintios 73:26; 2 Corintios 84:2).

82. desfallecieron mis ojos—a causa del anhelo de tu palabra. Cuando desfallecen los ojos, no obstante, no debe faltar la fe.

83. odre al humo—como un viejo con la piel arrugada y seca, a causa de la aflicción. Los odres se curtían al humo, antes de ser usados para guardar el vino. (Maurer).

84-87. La brevedad de la vida hace urgente que se me dé alivio de mis adversarios.

85. hoyos—complots para mi destrucción. mas no obran—Lease: “Los cuales (soberbios) no son según tu ley.”

87. echado—mejor, “consumido.” Por “en la tierra” entiende Hengstenberg la Palestina, y por “me” la nación de Israel, de la que quedaba sólo un remanente; mas la versión inglesa es más sencilla: O “me han consumido hasta no dejar casi nada de mí sobre la tierra;” o “me han casi destruído y postrado por tierra”. (Maurer). no he dejado tus mandamientos—a pesar de todo; por tanto no estoy desamparado de ti (2 Corintios 39:5, 2 Corintios 39:13; 2 Corintios 4:8), y las injurias e insultos de los impíos encarecen la necesidad de tu acogida. Ellos, sin embargo, obran sin tomar en cuenta tu ley; los piadosos por otro lado, adhiriéndose a sus enseñanzas, reciben la gracia vivificadora y son mantenidos firmes.

89-91. En todas las alteraciones, la palabra de Dios no cambia (1 Pedro 1:25). Ella, como los cielos, atestigua el poder inagotable y el cuidado inmutable de Dios (1 Pedro 89:2). permanece … cielos—queda tan firme como los mismos cielos, donde mora y de donde emanó.

90. (cf. 33:9.)

91. las cosas criadas—más bien, ellos perseveran, a saber, los cielos (v. 89) y la tierra (v. 90). Hengstenberg traduce: “Ellos están para (ejecutar) tus juicios,” cual siervos obedientes. El propósito de este Salmo favorece esta interpretación. Pero cf. Jeremias 33:25.

92-94. Por tanto se anima a los piadosos a procurar el conocimiento de la palabra, y a perseverar en medio de los esfuerzos de los que conspiran y acechan para destruirlos.

92. mis delicias—no meramente el deleite, sino la suma de los deleites.

93. Los límites de la perfección creada pueden ser definidos, pero los de la ley de Dios en su naturaleza, aplicación e influencia, son infinitos. No hay cosa humana alguna que sea tan perfecta que no carezca de algo; sus límites son estrechos, mientras que la ley de Dios es de anchura infinita, adecuada para todos los casos, llenando perfectamente las necesidades de cada uno, y para todos los tiempos (Jeremias 19:3, Jeremias 19:6, Jeremias 19:7; Eclesiastés 3:11). No puede ser apretujada dentro de definición alguna de sistemas dogmáticas humanos. El hombre nunca perfecciona su conocimiento de ella. Ella no sorprende al ignorante con anticipaciones declaradas de descubrimientos que él aun no haya hecho; mientras que halla en ella el hombre de ciencia su más reciente descubrimiento mediante las anticipaciones tácitas dispensadas.

97. Este característico amor por la ley de Dios (cf. el Salmo 1:2) asegura el aumento:

98-100. de conocimiento, tanto de la materia de toda verdad moral, útil, como de la experiencia de su aplicación.

98. más sabio que mis enemigos—con todo su artificio carnal (Deuteronomio 4:6, Deuteronomio 4:8). me son eternos—El verbo hebreo es singular; “(Ella) está conmigo siempre (eternamente);” es decir, la ley que comprende el todo de los mandamientos. Más que los viejos—la antigüedad no es de ninguna ayuda en contra de la estupidez, cuando no concuerda con la palabra de Dios (Lutero) (Job 32:7). La Biblia es la clave de todo conocimiento, la historia del mundo, pasado, presente, y por venir (Job 111:10). El que hace la voluntad de Dios conocerá la doctrina (Juan 7:17). entendido—en el arte práctico (Juan 2:10; Juan 32:8).

101-104. El abandono de los caminos pecaminosos es el efecto así como los medios de crecimiento en el conocimiento de cosas divinas (cf. el Salmo 19:10).

105. No sólo nos ilumina la palabra de Dios en el conocimiento de su voluntad, sino que también, como lámpara en el camino de oscuridad, nos enseña cómo seguir el buen camino y evitar el malo. La lámpara de la palabra no es el sol. Este nos enceguecería los ojos respecto de nuestro actual estado de caídos; pero debemos bendecir a Dios por la luz que está iluminando nuestro oscuro camino, hasta que venga el Sol de la Justicia, que entonces se nos habilitará para verle a él (2 Pedro 1:19; Apocalipsis 22:4). La lámpara es alimentada por el aceite del Espíritu. La alusión se hace a las lámparas y antorchas que se llevaban de noche delante de las caravanas orientales.

106-108. Tal fué el pacto o convenio nacional en Sinaí y en los campos de Moab.

108. sacrificios voluntarios—la espontánea expresión de su gratitud, en contraste con “las ofrendas” ordenadas del templo (Oseas 14:2; Hebreos 13:15). El salmista se resuelve a seguir su camino, confiado en el poder vivificador de Dios para la aflicción (v. 50), y en la aceptación benévola de sus “sacrificios espirituales de oración y alabanza” (Hebreos 50:5, Hebreos 50:14, Hebreos 50:23).

109-110. En medio de los peligros mortíferos (la frase se saca del hecho de que lo que llevamos en las manos, fácilmente se nos cae, Jueces 12:3; 1 Samuel 28:21; Job 13:14; cf. 1 Samuel 19:5), y expuesto a los enemigos astutos, su seguridad y su dirección están en la verdad y las promesas de Dios.

111, 112. Estas las acepta como su heredad perpetua, para desempeñar sus obligaciones y recibir los consuelos que ellas proporcionan, para siempre jamás.

113. pensamientos vanos—mejor, “personas inestables,” lit., hombres divididos, personas de mente dividida, que duda (Santiago 1:8), “hombre de doble ánimo” (Hengstenberg), escépticos, o nociones escépticas en contraste con la certeza de la palabra de Dios.

114. escondedero—(cf. 27:5). escudo—(3:3; 7:10). he esperado—confiando en sus enseñanzas y sus promesas.

115-117. Por tanto no teme a los malos ni se acongoja, refugiándose en Dios con la ley divina por regla de la vida. Apartaos de mí—pues nada me podréis hacer, porque guardaré … (6:8).

118-120. Pero los desobedientes y rebeldes serán visitados por la ira de Dios, la que inspira a los piadosos el sano temor y la reverencia.

120. Los “juicios” son los que son hechos sobre los inicuos (v. 119). La esperanza gozosa va mano a mano con el temor (Habacuc 3:16).

121-126. Sobre la base de su integridad, su deseo de la palabra de Dios, y de sus relaciones pactadas con él, el siervo de Dios puede pedir la divina protección contra los malos y la grata dirección hacia el conocimiento de la verdad, y a la vez, la eficiente vindicación por Dios de los justos y de la causa de ellos, la que es también la causa de Dios. Responde por, etc.—Defiende judicialmente la causa mía contra mis adversarios (Génesis 43:9; Isaías 38:14).

127, 128. Por eso—Es decir, en vista de estos beneficios, o por causa de la gloria de tu ley, tan alabada en las partes anteriores de este salmo. he amado tus mandamientos … (y) por eso (repetido)—Todos los preceptos, sobre todos los asuntos, son estimables por su pureza, e inspiran a uno a aborrecer todo lo malo (Isaías 19:10). La palabra de Dios no admite ningún eclecticismo: su más mínimo título es perfecto (Isaías 12:6 Mateo 5:17).

129. Maravillososlit., maravillas, de la excelencia moral.

130. El principio—la entrada, lit., la apertura; la palabra de Dios, como una puerta abierta, deja entrar la luz, o el conocimiento. Hengstenberg explica: “la elucidación,” o “la explicación de la palabra.” Al hombre natural las puertas de la palabra de Dios le están cerradas. Lucas 24:27, Lucas 24:31, Hechos 17:3; Efesios 1:18, confirman esta declaración: “Abriendo y proponiendo …” a los simples—a los que necesitan y desean entendimiento (cf. el Salmo 19:7).

131-135. Expresan un ardiente deseo (cf. el Salmo 56:1) de iluminación espiritual, liberación de los impíos, y evidencia del favor de Dios. Mi boca abrí y suspiré—como el viajero por el árido desierto suspira por las brisas refrescantes (Salmo 63:1; Salmo 84:2). Mírame—lo contrario de esconderse o volver el rostro (cf. el Salmo 25:15; el 86:6; el 102:17). como acostumbras—o solías (pretérito), o bien, “como es justo con respecto a los que aman tu nombre.” Los tales tienen el derecho a las manifestaciones de la gracia de Dios, basándose en la naturaleza de Dios como fiel a su promesa hecha a los mismos, no confiando en sus propios méritos. Ordena mis pasos—Afírmalos, de modo que no haya vacilación (40:2). ninguna iniquidad—El v. 134 apoya a Hengstenberg, “ningún inicuo,” “opresor.” Pero la frase paralela antecedente (v. 133) favorece nuestra versión (19:13). Su esperanza de liberación de la opresión externa del hombre (v. 134) se funda en su liberación del “dominio de la iniquidad” interno, en contestación a su oración (v. 133).

136. Celoso de guardar la ley de Dios él mismo, se aflige hondamente cuando otros la violan (cf. el Salmo v. 53). Lit., Mis ojos descienden (se disuelven) como arroyos de agua (Lamentaciones 3:48; Jeremias 9:1). porque, etc.—(cf. Ezequiel 9:4; Jeremias 13:17.

137-139. La justicia y la fidelidad de Dios en su gobierno agravan el descuido de los impíos, pero avivan más el celo de su pueblo.

139. (Jeremias 69:9).

140. acendrada—refinada; demostrada pura por la experiencia.

141. Los piadosos, si bien despreciados por los hombres, son distinguidos en los ojos de Dios por el respeto que tienen para la ley de Dios.

142-144. Los principios de la ley de Dios son permanentes y dignos de aceptación, y en el más hondo pesar, su pueblo los tiene por tema de grata meditación y por fuente de poder vivificante (vv. 17, 116). justicia es … eterna—aun cuando por la apariencia externa parezca muerta. tu ley (es) la verdad—no puede engañar pues, respecto a sus promesas.

145-149. Una devoción inteligente es dirigida por las promesas divinas a un aumento de afabilidad, resultante de la contemplación de la verdad revelada. anticipéme—no sólo al alba, sino aun a las divisiones usuales de la noche; al llegar las vigilias de la noche cuando se me puede creer dormido, me hallan despierto (Jeremias 63:6; Jeremias 77:4; Lamentaciones 2:19). Tal es la sinceridad del deseo y del amor de la verdad de Dios. vivifícame—el corazón conforme a los principios de justicia que se fundan en tu propia naturaleza, y revelados en tu ley, los que patentizan especialmente tu misericordia hacia los humildes y también tu justicia para con los impíos (cf. el v. 30). Aunque los inicuos están cerca para dañar, por cuanto están lejos de la ley de Dios, él está cerca para socorrer, y es fiel a su palabra, que permanece para siempre.

153-155. Aunque el recordar la ley de Dios no es meritorio, sin embargo demuestra un temperamento filial, y da a los piadosos las promesas que animan a orar, mientras que los malos, con descuidar su ley, rechazan a Dios y desprecian sus promesas (cf. el Salmo 9:13; el 43:1; el 69:18).

154. aboga mi causa—Hengstenberg traduce: “Pelea mi pelea” (cf. el Salmo 35:1; el 43:1; Miqueas 7:9).

156. (cf. el v. 149).

157. (cf. los vv. 86, 87, 95.)

158. (cf. el v. 136). prevaricadoreslit., traidores, los que son infieles a un soberano justo, y que apoyan a sus enemigos (cf. el Salmo 25:3, Salmo 25:8).

159. (cf. los vv. 121-126; 153-155). vivifícame—(v. 88). Esta es la novena vez que ocurre esta petición, lo que demuestra un hondo sentido de flaqueza.

160. Dios ha sido siempre fiel, y los principios de su gobierno seguirán siendo dignos de absoluta confianza. El principio—eso es, “toda palabra, desde Génesis” (llamado por los judíos por sus primeras palabras, “En el principio”) hasta el fin de las escrituras, es verdadera.” Hengstenberg traduce más lit., “La suma de tus palabras es verdad.” El sentido es substancialmente el mismo. Todo el cuerpo de la revelación es verdad. “Tu palabra nada es sino la verdad.” (Lutero).

161-165. (cf. los vv. 46, 86.)

161. temor—el reverencial, no el miedo servil, el que no podría coexistir con el amor (v. 163; 1 Juan 4:8, Joel 4:8). En vez de tener miedo a sus perseguidores, sólo teme la palabra de Dios (Lucas 12:4). Los judíos inscriben en la primer página de la gran Biblia (Génesis 28:17): “¡Cuán terrible es este lugar! ¡No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo!”

162. (cf. Mateo 13:44). Aunque sean perseguidos por los poderosos, no se desvían los piadosos de la reverencia de la autoridad de Dios para buscar el favor de aquéllos; antes se regocijan en la posesión de esta “perla de gran precio,” como los vencedores se deleitan en los despojos de guerra. Abominando la mentira y amando la verdad, y alabando a Dios por ello a menudo, todos los días, hallan la paz y la libertad de la tentación.

163. mentira—eso es, como en el v. 29, la infidelidad al pacto de Dios; la apostasía.

166-168. Puesto que ellos guardan la ley de Dios motivados por el amor a ella, y están libres del miedo servil, están dispuestos a someter sus vidas a la inspección de Dios.

168. todos mis caminos están delante de ti—deseo ordenar mis caminos como delante de ti, más bien que con referencia al hombre (Génesis 19:1; Salmo 73:23). Los caminos de todos los hombres están bajo el ojo de Dios (Proverbios 5:21); sólo los piadosos se dan cuenta de este hecho, y viven conformemente.

169-170. Pide primero la comprensión, y luego la liberación. La realización de la primera petición, es la base del cumplimiento de la segunda (Proverbios 90:11). Sobre los vocablos clamor y oración (suplicación), cf. el Salmo 6:9; el 17:1.

171, 172. rebosarán alabanza—(cf. el Salmo 19:2), harán correr tus alabanzas como de un manantial que rebosa y salta. Hablará mi lengua tus dichoslit., responderá a tu palabra, es decir, con alabanza. Toda expresión de nuestra alabanza a Dios y a su palabra es una respuesta, un reconocimiento, que corresponde a las perfecciones de aquel a quien alabamos.

173, 174. (Cf. los vv. 77, 81, 92.) he escogido—con preferencia a todo otro objeto de deleite.

175. Salva mi vida para tus alabanzas. tus juicios—como en los vv. 149, 156, 176. Aunque se haya alejado de Dios, el verdadero piadoso siempre desea ser traído de nuevo a él, y aunque sea por un tiempo negligente con el deber, nunca se olvida del mandamiento que se lo enseñó. oveja extraviada—o perdida, y por tanto absolutamente impotente para salvarse (Jeremias 50:6; Lucas 15:4). Ni el pecador antes de la conversión puede salvarse, ni tampoco puede el creyente, después de su conversión, restaurarse; pero éste, después de desviarse temporalmente, sabe a quién buscar para la restauración. Estos dos versículos parecen resumir las peticiones, las confesiones, y las profesiones del Salmo. El escritor desea el favor de Dios, para poder alabarle por su divina verdad; confiesa que ha errado, pero, en medio de sus vagancias y adversidades, profesa un apego permanente a la revelada palabra de Dios, tema de sus elogios tan reiterados, y la fuente reconocida de tan grandes y tan innúmeras bendiciones. De modo que este salmo, didáctico fuera de lo común, se hace el medio de las dos partes de la adoración: la oración y la alabanza.

Continúa después de la publicidad