La carne no nos encomienda a Dios. Es una advertencia para los que, porque sabían que las carnes ofrecidas a los ídolos no eran peores, no se abstendrían, incluso cuando esto escandalizó a los hermanos débiles: les dice que comerlos o no comerlos, no los hace más aceptables para los hermanos. Dios, ni les ponga en inconveniente, ya que pueden conseguir otras carnes; por tanto, no deben hacer uso de su libertad, cuando resulta en tropiezo para los débiles y les hace pecar. (Witham)

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