Pero la comida no nos encomienda a Dios; porque tampoco, si comemos, somos mejores; ni, si no comemos, somos peores.

Todos los creyentes de Corinto estuvieron de acuerdo con Pablo en su gran confesión acerca del Dios verdadero; a este respecto, su conocimiento era sólido. Pero no todos sabían que no existía tal cosa como un dios falso, un ídolo, y que por lo tanto la carne ofrecida a los ídolos era como cualquier otra carne, no contaminada por la consagración a algo que no realmente existen excepto en la imaginación de los paganos.

Algunos de ellos, por el hecho de estar acostumbrados al ídolo, ya que esa era la forma familiar de hablar del ídolo, ya que siempre lo habían utilizado, no pudieron deshacerse de la noción de que había algo real. sobre el ídolo. Y por eso, como escribe Pablo, hasta el día de hoy comían la carne como sacrificio de ídolos, y así su conciencia, como era débil, estaba contaminada, Romanos 14:23 .

"La conciencia de participar en la adoración de ídolos está contaminando el espíritu de un cristiano". La idea de que el ídolo era, después de todo, un ser real les daba mala conciencia, y por esa razón su comida, aunque en sí misma no estaba mal , se volvió pecador. "Su conciencia fue limpiada por la sangre de Cristo, Hebreos 9:14 , en quien habían creído; pero era débil, porque la Palabra confirmadora de Dios aún no había obrado en ellos el conocimiento por el cual un cristiano conoce y tiene certeza en el Señor Jesús, que nada en sí mismo es inmundo, Romanos 14:14 ".

Por tanto, por el bien de los débiles, Pablo escribe: Pero la comida no nos recomendará a Dios, no afectará nuestra relación con Dios; la comida que comemos no puede influir en nuestra vida espiritual. Cuando seamos presentados a Dios para juicio en el último día, Él no nos juzgará ni condenará sobre la base de la comida con la que subsistimos en este mundo, así como no perdemos nuestra posición ante Él en el momento presente por ese motivo. razón.

Porque ni si comemos estamos en mejor situación, ni si no comemos estamos en peor situación; no hace ninguna diferencia ante el Señor; estos asuntos externos no afectan nuestra posición con Él. En cualquier caso, nuestra observancia o no de la comida no nos promoverá en la gracia espiritual, ni restará valor a las bendiciones que podamos estar disfrutando.

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