No como si ya hubiera alcanzado la felicidad que espero, o como si ahora fuera perfecto en cuanto a esa perfección en la virtud, en la que siempre debo esforzarme por aumentar; pero, como quien sigue corriendo una carrera por un premio, persigo y corro lo mejor que puedo, me estiro con perseverancia hacia [2] la marca, olvidando esa parte del recorrido que había hecho. Sea todos nosotros, aunque perfectos como el conocimiento de los misterios en los que hemos de creer, estemos de esta mente, que todavía debemos avanzar en el camino de la perfección cristiana; y si alguno de ustedes es de otra opinión y piensa de otra manera, Dios les revelará y les enseñará esta verdad, para que todos continuemos en la misma regla de doctrina y disciplina.

Podemos notar aquí con San Juan Crisóstomo que no es suficiente creer o tener la verdadera fe, sino que debemos esforzarnos y trabajar hasta el fin en el camino de la perfección; en segundo lugar, que san Pablo no se consideraba absolutamente seguro de su salvación: ¿y cuánta mayor presunción sería esta en nosotros? (Witham)

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