Les dio poder para ser hechos hijos adoptivos de Dios y herederos del reino de los cielos. Se hacen hijos de Dios al creer y por un nuevo nacimiento espiritual en el sacramento del bautismo, no de la sangre; (literalmente, no de sangre) no por la voluntad y los deseos de la carne, no por la voluntad de los hombres, ni por la generación humana, ya que los hijos nacen por primera vez de sus padres naturales, sino de Dios, por la fe y la gracia divina. (Witham)

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