Pecado, aprovechando la ocasión. El pecado, o concupiscencia, que se llama pecado, porque es del pecado y conduce al pecado, que antes dormía, fue despertado por la prohibición; no siendo la ley su causa, ni dándole propia ocasión, sino que nuestra naturaleza corrupta aprovecha la ocasión para resistir el mandamiento que se nos ha impuesto. (Challoner) --- Pecado. El apóstol llama aquí a la concupiscencia con el nombre de pecado; porque es la consecuencia y el castigo de ello, y nos arrastra al pecado.

Esto toma ocasión del precepto de la ley para inducirnos a transgredirla; porque estamos naturalmente inclinados a hacer lo que está prohibido. --- Nitmur in vetitum --- que es el fruto de un amor desordenado por la libertad y la independencia. Sin la ley, el pecado está muerto, porque la concupiscencia no tiene nada que la despierte y turbe. Era como un torrente que rodaba rápidamente, sin resistencia en su cauce, pero tan pronto como llegó la ley y puso un obstáculo, comenzó a extenderse por todas partes, y a cometer los estragos más extraños.

O puede explicarse así: sin la ley el pecado está muerto; no ser conocido por el mundo, y no imputarnos como una transgresión. Habla aquí de las transgresiones de la ley escrita, no de la ley de la naturaleza, de la que cada uno tiene suficiente conocimiento para volverlo imperdonable, siempre que la transgrede. (Calmet) --- Sin la ley el pecado está muerto; es decir, muchos pecados eran tan poco conocidos, que antes de la ley escrita no parecían pecados; no sino que, en todo momento, la razón y la conciencia mostraban muchas cosas pecaminosas y mal hechas, de modo que quien actuaba en contra de estas luces no podía ser excusado. Vea lo que dice San Pablo de los filósofos paganos, cap. I. (Witham)

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