22-32 De todos los juicios, los juicios espirituales son los más dolorosos; de ellos habla aquí el apóstol. La restauración de los judíos es, en el curso de las cosas, mucho menos improbable que el llamamiento de los gentiles a ser hijos de Abraham; y aunque otros posean ahora estos privilegios, ello no impedirá que sean admitidos de nuevo. Al rechazar el Evangelio, y por su indignación al ser predicado a los gentiles, los judíos se convirtieron en enemigos de Dios; sin embargo, todavía han de ser favorecidos por causa de sus piadosos padres. Aunque en la actualidad son enemigos del evangelio, por su odio a los gentiles; sin embargo, cuando llegue el tiempo de Dios, eso ya no existirá, y se recordará el amor de Dios a sus padres. La verdadera gracia no busca confinar el favor de Dios. Aquellos que encuentran misericordia en sí mismos, deben esforzarse para que a través de su misericordia otros también obtengan misericordia. No es que los judíos vayan a ser restaurados para volver a tener su sacerdocio, su templo y sus ceremonias; se ha puesto fin a todo esto; pero han de ser llevados a creer en Cristo, y los verdaderos se convertirán en un rebaño de ovejas con los gentiles, bajo Cristo el Gran Pastor. Los cautiverios de Israel, su dispersión, y su exclusión de la iglesia, son emblemas de las correcciones del creyente por hacer el mal; y el cuidado continuo del Señor hacia ese pueblo, y la misericordia final y la bendita restauración prevista para ellos, muestran la paciencia y el amor de Dios.

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