El sacerdocio de Cristo es permanente Hebreos 8:1-3 : La preeminencia de nuestro Sumo Sacerdote se ve en el hecho de que Él "está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos". (Hebreos 8:1 ) El sistema cristiano nunca estará desprovisto de un Sumo Sacerdote, porque Cristo es nuestro Sumo Sacerdote para siempre. En la altura de su gloria, se humilló a sí mismo para desempeñar el oficio de Sumo Sacerdote en favor de su iglesia.

La obra de Cristo no estaba en el tabernáculo judío. Él es, "un ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que levantó el Señor, y no el hombre". ( Hebreos 8:2 ) El viejo tabernáculo fue levantado por el hombre de acuerdo a los mandamientos dados por Dios. Jesús habita en el santuario del cielo para nosotros continuamente. Él es nuestro Mediador y Abogado, representando nuestro caso ante el Padre, por el poder de Su sangre mediante la cual se hizo expiación por nuestros pecados.

Un sacerdote que no tiene nada que ofrecer no es sacerdote en absoluto. Bajo el antiguo pacto, cuando el pueblo traía sacrificios, ofrendas de paz u ofrendas de acción de gracias, estas eran ofrecidas por su sacerdote. Esta es la única forma en que sus dones eran aceptables para Dios. ¡Jesús también tenía algo que ofrecer, Él mismo! En Hebreos nueve, el escritor discutió este pensamiento con más detalle diciendo: "Tampoco para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el lugar santo cada año con sangre ajena; porque entonces es necesario que padezca muchas veces desde la fundación de del mundo; mas ahora, en la consumación de los siglos, se presentó él una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado". ( Hebreos 9:25-26 ) No hubo sacrificio suficiente para la expiación del hombre excepto la muerte de Cristo.

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