Un hombre que trabaja es pagado. Lipscomb dice: "Si uno confía en sus propias obras para merecer la salvación, la recompensa no se cuenta como un favor [gracia] de Dios, sino como el pago de la deuda por las obras. Esto es contrario a todo el principio de la justificación por la gracia. El hombre es un pecador perdido e indefenso, salvado por la gracia de Dios; pero debe aceptar [apoderarse de él y hacerse parte de él] ese favor cumpliendo con las condiciones que Dios le ha ordenado [decretado] para disfrutarlo [recibirlo]”.

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Antiguo Testamento