El saludo habitual del Apóstol se amplía, como es natural al escribir a personas a las que no ha visto, en una descripción tanto de sí mismo como de su Evangelio. Ambos, por así decirlo, necesitan una introducción más completa que si hubiera estado escribiendo a una Iglesia que él mismo había fundado. La idea central del pasaje es la de toda la epístola, que el Evangelio, tal como lo predicó Pablo a los gentiles, no era inconsistente con las promesas de Dios a Israel, sino el cumplimiento de las mismas.

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Antiguo Testamento