Que el que robó (propiamente, el ladrón ) no robe más ... - En este versículo, San Pablo trata la deshonestidad, virtualmente, aunque menos distintamente, desde el mismo punto de vista que antes. Porque no se contenta con prohibirlo, ni siquiera con prohibirlo como fatal para la sociedad; pero ordena que sea reemplazado por el espíritu opuesto de abnegación, trabajando para dar a los demás lo que es honestamente nuestro, como fruto del trabajo de “nuestras propias manos”.

En esa dirección hay una sabiduría profunda, en atacar la raíz de ese egoísmo exclusivo que tan a menudo y tan naturalmente se manifiesta en la deshonestidad. Pero notamos en él también una peculiar armonía con la gran doctrina de la unidad; porque el sentido de unidad siempre se manifestará al obrar lo que es "bueno", es decir, misericordioso, por "el que necesita".

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