Aunque soy grosero en el habla (como también pensaba San Jerónimo) en mis expresiones en la lengua griega, no en el conocimiento, la principal o única cosa a ser considerada. No, los adversarios de San Pablo reconocieron que sus cartas eran fuertes y contundentes. (cap. x. ver. 11.) San Juan Crisóstomo en muchos lugares, y San Agustín, lib. iv. de Doct. Cristianos, cap. vi. y vii tom. 3. p. 68. y siguientes, muestra ampliamente la sólida retórica y elocuencia de San Pablo, incluso en este capítulo y en el siguiente. (Witham)

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