"Si el Señor quiere"

Santiago 4:11

Cuando hablamos mal de otro, usurpamos las funciones del único legislador y juez. Si ese otro está tratando de modelar su vida según la ley, hablar mal de él es cuestionar no solo su acción, sino la ley que está tratando de observar. Apliquemos la luz sobre nosotros mismos y seamos despiadados en la autocrítica, al tiempo que somos misericordiosos con todos los demás. Cuando veas a otro haciendo mal, pregúntate siempre si el mismo mal no se esconde en tu propio carácter. No hables de hombres, sino a ellos, cuando sus faltas te enfrenten.

Somos propensos a hacer planes sin hacer referencia a la voluntad de Dios. La vida es tan transitoria y breve que, si queremos aprovecharla al máximo, debemos pedirle al Espíritu divino que nos elija y nos guíe. Nuestro único esfuerzo debe ser descubrir la voluntad de Dios y hacerla. Si no decimos constantemente: "Si el Señor quiere", el sentimiento que expresa siempre debe estar entre nosotros. ¡Hágase tu voluntad en mí como en el cielo!

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