“Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora No, con este propósito he venido a esta hora. ¡Padre, glorifica tu nombre! "

La llegada de estos fervientes griegos le había hecho comprender la cercanía de su hora, y se estremeció al considerar lo que le esperaba. 'Padre, sálvame de esta hora'. La declaración fue tanto una pregunta como una oración. No fue una mera consulta académica. Incluso mientras preguntaba, oró: 'Padre, ¿puedo hacer esta pregunta?' Su alma interior se encogió ante las consecuencias. No había ninguna vergüenza en eso.

Pero su clamor no debe ser el de salvarse de él a cualquier precio, porque es el propósito por el que ha venido. Por mucho que se alejara de ello, estaba decidido a afrontarlo con valentía. Más bien anhela que su Padre sea glorificado a través de lo que debe enfrentar. Y glorificado será.

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