(3) Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Por tanto, todo aquel que quiera ser amigo del mundo, es enemigo de Dios.

(3) Otra razón por la que tales deseos y placeres desenfrenados son absolutamente condenados, es decir, porque el que se entrega al mundo se divorcia de Dios y rompe el lazo de ese matrimonio santo y espiritual.

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