Romanos 5:20

Abundante pecado; Gracia sobreabundante.

I. Gracia. Aquí están los dos antagonistas, la gracia y el pecado. Ambos serían reyes; uno solo tiene el poder de reinar. La gracia no es solo sinónimo de amor, aunque el amor está en el centro de ella. Es amor en cierta relación, el amor de un Redentor que trabaja hasta sus fines. Representa la suma total de las fuerzas e influencias por las que el amor que redimirá apunta a la realización de su esperanza. Vosotros conocéis la gracia del Señor Jesús, pero sólo uno conoce su medida. Esa gracia es la vencedora del pecado. Que triunfa donde falla la ley.

II. La relación entre gracia y pecado. (1) El pecado es la condición de su manifestación. Ningún pecado, ninguna gracia y nada de esa gloria especial que la gracia sola puede ganar la gloria de la redención del mundo. Dios permite que el pecado nazca porque sabe que la gracia puede vencerlo, despojarlo de sus despojos y reinar en triunfo sobre los mundos que su victoria ha glorificado eternamente. (2) Hay una gloria que ninguna hazaña de omnipotencia puede crear, que la gracia, mediante la conquista del pecado, puede conquistar y llevar por la eternidad. Sin pecado, sin gracia y, en el sentido más elevado, sin gloria.

III. La relación entre gracia y justicia. La gracia debe reinar mediante la justicia, si es que reina. (1) Nadie más que un alma justa puede ser un alma bendecida. (2) La justicia que es por gracia tiene una gloria y una bienaventuranza que le son propias.

IV. El fin completo y final de Dios "para vida eterna". La muerte es simplemente aislamiento. La vida es lo opuesto al aislamiento. Es la facultad de comunión con todas las cosas recibiendo sus tributos y pagándolos con frutos. La obra de la gracia es como el "bautismo de una nueva vida para el hombre. El ojo se enciende de nuevo cuando siente la inspiración, la sangre brilla, los miembros y órganos del espíritu se preparan para un nuevo vigor y rapidez, mientras que una alegría solemne llena el corazón inefable y glorioso.

J. Baldwin Brown, Los misterios divinos, pág. 81.

Referencias: Romanos 5:20 ; Romanos 5:21 . SA Tipple, Christian World Pulpit, vol. xxxi., pág. 104. Romanos 5:21 . Spurgeon, Sermons, vol.

vi., núm. 330; El púlpito del mundo cristiano, vol. xxv., pág. 56; CJ Vaughan, Lecciones de la cruz y la pasión, p. 201. Romanos 6:1 ; Romanos 6:2 . FW Farrar, Christian World Pulpit, vol. xii., pág. 385.

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