LA RESOLUCIÓN DE PABLO

"Porque me propuse no saber nada entre ustedes, sino a Jesucristo, ya este crucificado".

1 Corintios 2:2

Con San Pablo, todo lo demás menos "Jesucristo y Él crucificado" era un asunto de importancia secundaria, y en esta resolución suya vemos una prueba sorprendente de la influencia de los sufrimientos de Cristo sobre sus primeros discípulos.

I. No era que San Pablo despreciara el saber, o pensara que "no había nada más que valga la pena conocer". Era un hombre educado, como se entendía la educación en su época y país. Un estudiante de Gamaliel, versado en la tradición rabínica; un soldado; un político; un gran viajero, familiarizado con la vida y las costumbres de la mayor parte del mundo civilizado; un filósofo y un poeta. Al convertirse en cristiano, no pudo aniquilar su múltiple educación o el mundo de los hechos con el que se había familiarizado.

El cristianismo, haga lo que haga, no premia la ignorancia o la estupidez. Pero es una señal de grandeza mental y seriedad distinguir asuntos de mayor importancia de otros menos notables y concentrar la atención en ellos. A esto se refería.

II. Para él, el objeto central de la revelación divina era la Cruz, y no podía haberle rendido un homenaje más espléndido que este, que se comportara como si nada más valiera la pena pensar o hablar. Los corintios se envanecieron con sus dones espirituales y sus teosofías; buscó corregir sus aberraciones y humillarlos. Por tanto, la Cruz todavía tiene que poner todo lo demás en un segundo plano. Es la alegría del corazón del cristiano, el tema de su conversación, la gloria de su vida.

III. La cruz de Cristo es de importancia principal en la reconciliación de los pecadores con Dios y, por lo tanto, debe recibir la atención más cercana y ferviente.

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