Porque me propuse no saber nada entre vosotros sino a Jesucristo y éste crucificado. Fíjate en la palabra determinada: es como si dijera, no pensé, no valoré ningún conocimiento sino el de Jesús crucificado, nuestro Salvador, y, por tanto, me sostuve tanto entre vosotros, como si supiera nada de sabiduría humana, aunque la conozco mucho, pues en otras ocasiones puedo citar a los poetas griegos; pero con vosotros lo retuve, para que, como los demás, pudiera simplemente predicar con toda sencillez a Cristo crucificado.

No es que no haya predicado los otros misterios de la fe, pero especialmente os enseñé y os inculqué que debemos gloriarnos solamente en la Cruz de Cristo, y esperar de ella nuestra justicia y salvación, y, como dice Anselmo, debemos imitad la cruz y crucificad nuestros vicios. Porque en Cristo crucificado es fácil ver, además de otras cosas, que Cristo escogió y abrazó estos tres, a saber, el mayor dolor, la mayor pobreza o desnudez y la más baja vergüenza.

Cristo por sus dolores crucificó y nos enseñó a crucificar los deseos de la carne; por su pobreza crucificó la lujuria de los ojos o la avaricia; y por su vergüenza crucificó la soberbia de la vida. Estas son las tres cabezas del pecado del mundo y las fuentes de todos los pecados. (Ver 1 S. Juan ii. 16, y lo dicho de la Cruz en ci 23).Ver. 3. Y estuve con vosotros en la debilidad , esto es, en las angustias, tribulaciones y persecuciones; y con temor y mucho temblor , a causa de la hostilidad de los perseguidores judíos y gentiles.

S. Crisóstomo y Anselmo comentan que el Apóstol en su Segunda Epístola (xi. 30 y xii. 5, 9, 10), y en otros lugares, da el nombre de debilidad a la angustia que sufría por los peligros, las conspiraciones, el destierro, los terrores cotidianos, calumnias y odios. Y también, que Pablo sufrió grandes angustias y persecuciones en Corinto, es evidente en que necesitaba ser fortalecido contra ellos por Cristo en una visión (Hechos xviii.

9). Además, poco después los judíos provocaron un tumulto contra Pablo, y lo arrastraron ante el tribunal de Galión, el diputado de Acaya, y golpearon públicamente a Sóstenes, el principal gobernante de la sinagoga, delante de él.

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