Si — nosotros también somos hallados pecadores, — aquellos que están bajo la ley, habiendo transgredido una vez, siguen siendo siempre pecadores, inalterablemente así, a los ojos de la ley; que excluye a todos ellos de la justificación. El Apóstol, en este lugar, argumenta así: "Nosotros los judíos, que somos por nacimiento el pueblo de Dios, y no, como los gentiles derrochadores, abandonados a toda forma de contaminación e inmundicia, no pudiendo, sin embargo, obtener justicia por el hechos de la ley, hemos creído en Cristo, para que seamos justificados por la fe en Él. Pero si aun nosotros,que nos hemos acercado a Cristo para la justificación, nos encontramos como pecadores injustificados, sujetos aún a la ira, ya que todos están bajo la ley, ¿qué liberación tenemos del pecado por medio de Cristo? Ninguna en absoluto: estamos tan concluidos bajo el pecado y culpa, como si no creyéramos en él. De modo que, uniéndonos a él ya la ley para la justificación, nos excluimos de la justificación, que no se puede obtener bajo la ley; y hacemos de Cristo el ministro del pecado, y no de la justificación, ¡lo cual Dios no permita! ”Vea las Inferencias y Reflexiones.

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