Daniel 7:1-28

1 En el primer año de Belsasar, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones de su cabeza en su cama, y en seguida escribió el sueño. Este es el resumen del asunto:

2 Daniel habló y dijo: “Estaba mirando en mi visión de noche y he aquí que los cuatro vientos del cielo agitaban el gran mar.

3 Y cuatro grandes bestias, diferentes la una de la otra, subían del mar.

4 “La primera era como un león y tenía alas de águila. Yo estaba mirando, hasta que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo. Luego se quedó erguida sobre los pies, a manera de hombre, y le fue dado un corazón de hombre.

5 “Y he aquí que otra bestia, semejante a un oso, se levantó a su lado. Tenía en su boca tres costillas entre sus dientes y le fue dicho así: ‘¡Levántate; devora mucha carne!’.

6 “Después de esto yo miraba, y he aquí otra bestia, como un leopardo, que tenía en sus espaldas cuatro alas de ave. Esta bestia también tenía cuatro cabezas, y le fue dado dominio.

7 “Después de esto miraba las visiones de la noche, y he aquí una cuarta bestia terrible y espantosa, fuerte en gran manera. Esta tenía grandes dientes de hierro. Devoraba y desmenuzaba y pisoteaba las sobras con sus pies. Era muy diferente de todas las bestias que habían aparecido antes de ella, y tenía diez cuernos.

8 Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno, uno pequeño, crecía entre ellos y delante de él fueron arrancados tres de los cuernos anteriores. Y he aquí que en este cuerno había ojos, como ojos de hombre, y una boca que hablaba arrogancias.

9 “Estaba mirando hasta que fueron puestos unos tronos y se sentó un Anciano de Días. Su vestidura era blanca como la nieve y el cabello de su cabeza era como la lana limpia. Su trono era como llama de fuego; y sus ruedas, fuego ardiente.

10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él. Miles de miles le servían y millones de millones estaban de pie delante de él. “El tribunal se sentó y los libros fueron abiertos.

11 Entonces yo miraba, a causa del sonido de las palabras arrogantes que hablaba el cuerno. Miré hasta que la bestia fue muerta, y su cuerpo fue destrozado y entregado a las llamas del fuego.

12 También a las otras bestias les quitaron su dominio, pero les fue dada prolongación de vida hasta un tiempo definido.

13 “Estaba yo mirando en las visiones de la noche, y he aquí que en las nubes del cielo venía alguien como un Hijo del Hombre. Llegó hasta el Anciano de Días y lo presentaron delante de él.

14 Entonces le fue dado el dominio, la majestad y la realeza. Todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su dominio es dominio eterno que no se acabará; y su reino, uno que no será destruido.

15 “En cuanto a mí, Daniel, mi espíritu se turbó a causa de esto y las visiones de mi cabeza me alarmaron.

16 Me acerqué a uno de los que estaban de pie y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Él me habló y me dio a conocer la interpretación de las cosas:

17 ‘Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.

18 Pero los santos del Altísimo tomarán el reino y lo poseerán por los siglos y por los siglos de los siglos’.

19 “Entonces quise saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras: terrible en gran manera con sus dientes de hierro y sus garras de bronce. Devoraba, desmenuzaba y pisoteaba las sobras con sus pies.

20 También quise saber de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que había crecido y delante del cual habían caído tres. Ese cuerno tenía ojos y una boca que hablaba arrogancias, y parecía ser más grande que sus compañeros.

21 Yo veía que este cuerno hacía guerra contra los santos y los vencía,

22 hasta que vino el Anciano de Días e hizo justicia a los santos del Altísimo. Y llegado el tiempo, los santos tomaron posesión del reino.

23 “Dijo así: ‘La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos. A toda la tierra devorará; la trillará y despedazará.

24 En cuanto a los diez cuernos, de aquel reino se levantarán diez reyes. Tras ellos se levantará otro, el cual será mayor que los primeros y derribará a tres reyes.

25 Él hablará palabras contra el Altísimo y oprimirá a los santos del Altísimo. Intentará cambiar las festividades y la ley; en su mano serán entregadas durante un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo.

26 Pero el tribunal se sentará, y le será quitado su dominio para ser exterminado y destruido por completo.

27 Y la realeza, el dominio y la grandeza de los reinos debajo de todo el cielo serán dados al pueblo de los santos del Altísimo. Su reino será un reino eterno, y todos los dominios le servirán y le obedecerán’.

28 “Aquí termina el asunto. En cuanto a mí, Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos y me puse pálido. Pero guardé el asunto en mi corazón”.

CAPITULO 7

Vv. 1-28. LA VISION DE LAS CUATRO BESTIAS. Este capítulo trata el mismo tema que el capítulo segundo. Pero allá los cuatro reinos y el reino final del Mesías, se consideraron en cuanto a sus aspectos políticos externos, pero aquí en cuanto a la mente de Dios acerca de ellos y sus rasgos morales. La historia política externa en sus rasgos generales había sido mostrada al gobernante mundial, cuya situación lo capacitó para recibir tal revelación. Pero aquí, el profeta de Dios recibe manifestaciones en cuanto a los caracteres de los poderes del mundo, desde el punto de vista religioso, adecuadas a la posición de él y a su capacidad de recibirlas. De modo que en el capítulo segundo, las imágenes son tomadas de la esfera inanimada, mientras que en el séptimo se toman de la esfera de seres animados. Nabucodonosor vió superficialmente el poder mundial como una figura humana espléndida, y el reino de Dios como una piedra en el principio. Ahora Daniel ve los poderes mundiales en su esencia interna, como de la naturaleza animal más baja que la humana, estando apartado de Dios; y que sólo en el reino de Dios (“el Hijo del hombre” el hombre representativo) es realizada la verdadera dignidad del hombre. Entonces, contrastado con la visión de Nabucodonosor, el reino de Dios aparece a Daniel, desde el mismo principio, superior al reino mundial. En la fuerza física las bestias superan al hombre, porque el hombre tiene poderes esencialmente espirituales. La imagen colosal de Nabucodonosor, representa al hombre en su propio poder, pero sólo el hombre externo. Daniel ve al hombre degradado espiritualmente al nivel animal, guiado por impulsos ciegos, por causa de su alejamiento de Dios. sólo de arriba viene el perfecto Hijo del hombre, y en el reino de aquél, el hombre llega a su verdadero destino. Véase Salmo 8, con Génesis 1:26. La humanidad es imposible sin la divinidad; desciende a la bestialidad (Salmo 32:9; Salmo 49:20; Salmo 73:22). Las naciones paganas obstinadas, se comparan con “toros” (Salmo 68:30). Egipto con el dragón en el Nilo (Isaías 27:1; Isaías 51:9; Ezequiel 29:3). El animal con toda su astucia siempre mira al suelo, sin conocer ninguna relación con Dios. Lo que eleva al hombre, es la comunión con Dios, en voluntaria sujeción a él. En el momento que trata de exaltarse a sí mismo para independizarse de Dios, como Nabucodonosor (cap 4:30), desciende hasta el nivel de la bestia. El conocimiento que tuvo Daniel, de las figuras colosales de animales en Babilonia y Nínive, fué una preparación psicológica para sus visiones de animales. El pasaje de Oseas 13:7, se le ocurriría mientras contemplaba aquellos símbolos del poder mundial. Véase Jeremias 2:15; Jeremias 4:7; Jeremias 5:6.

1. Belsasar—los buenos manuscritos hebreos tienen “Belshazzar”, que quiere decir “Bel ha de ser quemado con fuego hostil” (Jeremias 50:2; Jeremias 51:44). En la historia se llama por su nombre ordinario; y en la profecía, que da su destino verdadero, se llama por su nombre correspondiente mediante el cambio de una letra. visiones de su cabeza—no “sueños” confusos. sino imágenes distintas vistas mientras su mente estaba tranquila. suma—un resumen. En las predicciones, generalmente los detalles no constan tan completos como para no dejar lugar para el libre ejercicio de la fe, y la espera paciente para que Dios manifieste su voluntad en el acontecimiento. Lo “escribió” para los creyentes de todas las edades; lo “contó” para el consuelo de sus compatriotas cautivos.

2. los cuatro vientos—que corresponden a las “cuatro bestias” y sus variados conflictos en las cuatro direcciones del mundo. combatían—estallaron (desde el abismo) [Maurer]. mar—los poderes mundiales surgen de entre las agitaciones del mar político (Jeremias 46:7; Lucas 21:25; véase Apocalipsis 13:1; Apocalipsis 17:15; Apocalipsis 21:1); el reino de Dios y el Hijo del hombre vienen desde las nubes del cielo (v. 13; véase Juan 8:23). Tregelles cree que “la gran mar” quiere decir, como siempre en otras partes de las Escrituras (Josué 1:4; Josué 9:1), el Mediterráneo, el centro territorial de los cuatro reinos de la visión, con el cual todos son linderos, y que tienen sujeta a sí a Jerusalén. Babilonia no lindaba con el Mediterráneo, ni gobernaba a Jerusalén, sino hasta el tiempo de Nabucodonosor, cuando sucedieron ambas cosas simultáneamente. Persia encerraba más este mar, es decir, desde el Helesponto hasta Cirene. Grecia no llegó a ser monarquía antes del tiempo de Alejandro, pero luego, sucediendo a Persia, llegó a ser dueña de Jerusalén. Encerró aún más el Mediterráneo, añadiendo las costas de Grecia a la parte poseída por Persis. Roma, bajo Augusto, realizó tres cosas de una vez: llegó a ser monarquía; llegó a ser dueña de la última de las cuatro parte del imperio de Alejandro, (simbolizado por las cuatro cabezas de la tercera bestia), y de Jerusalén; Roma encerró todo el Mediterráneo.

3. bestias—no “animales vivientes”, como los cuatro querúbicos del Apocalipsis 4:7 (porque el original es una palabra diferente de “bestias”, que debería traducirse “animales vivientes”). Los querúbicos animales vivientes representan a hombres redimidos, combinando en sí las formas más elevadas de la vida. Pero las “bestias” aquí representan los poders mundiales, en su carácter bestial y servil. Es sobre la armonía fundamental entre la naturaleza y el espíritu; entre los tres reinos de la naturaleza, la historia y la revelación, en que descansa el simbolismo de las Escrituras. La selección de los símbolos no es arbitraria, sino basada en la esencia de las cosas.

4. león—el símbolo de la fuerza y el coraje; el principal entre los reinos, como el león entre las bestias. Nabucodonosor el llamado “el león” (Jeremias 4:7). alas de águila—que da a entender un imperio extenso y rápidamente adquirido (Isaías 46:11; Jeremias 4:13; Lamentaciones 4:19; Habacuc 1:6). arrancadas—su capacidad para conquistas lejanas desapareció bajo Evil-merodac, etc. [Grocio.] Más particularmente, durante el tiempo en que Nabucodonosor fué privado del trono, durante su locura. fué quitada de la tierra—levantada de su posición rastrera. púsose enhiesta … a manera de hombre—mientras Nabucodonosor, en soberbia altiva, confiaba en su propio poder, perdía la verdadera dignidad de hombre, y fué por lo tanto rebajado al nivel de las bestias. Véase cap. 4:16: “Su corazón sea mudado de corazón de hombre, y séale dado corazón de bestia”. Pero después que hubo aprendido por medio de esta disciplina dolorosa, que “el Altísimo se enseñorea del reino de los hombres” (cap. 4:17, 37), se hizo un cambio a la inversa, “fuéle dado corazón de hombre en lugar de su corazón anterior de bestia, y el rey llega a la verdadera posición de hombre, la de ser conscientemente dependiente de Dios.” Véase Salmo 9:20.

5. oso—que simboliza la vida austera de los persas en sus montañas, como también su crueldad (Isaías 13:17; Cambises, Ochus y otros de los príncipes persas eran notablemente crueles; las leyes persas complicaban por la ofensa de un hombre, a toda su parentela y vecindad en destrucción, cap. 6:24) y en rapacidad. “El oso es un animal que todo lo devora” [Aristóteles, 8:5]. (Jeremias 51:48, Jeremias 51:56) se puso al un lado—El hebreo dice: “Levantó un dominio.” Los medos, pueblo antiguo, y los persas tribu moderna, formaron una soberanía unida en contraste con los reinos tercero y cuarto, originalmente uno, y más tarde dividido. La Versión Inglesa: “se levantó de un lado”, es el resultado del pequeño cambio de una letra. Entonces la idea sería: “estaba acostado sobre una pierna y levantado sobre la otra”; figura que todavía se ve sobre una piedra de Babilonia (Munter, Religion of Babylon, 112); dando a entender un reino que había estado tranquilo, pero ahora levantándose para conquistas. Media es el lado bajo, pasividad; persía, el lado levantado, el elemento activo [Auberlen]. Las tres costillas en su boca son Media, Lidia y Babilonia, metidas bajo el poder de Persia. Más bien, Babilonia, Lidia y Egipto, no propiamente partes del cuerpo, pero tomadas por Medopersia. [Sir Isaac Newton.] Llamadas “costillas” porque fortalecían al imperio medopersa. “Entre sus dientes” como siendo muy molidas por él. traga carne mucha—es decir, sojuzga muchas naciones.

6. tigre—o leopardo; más pequeño que el león; veloz (Habacuc 1:8); cruel (Isaías 11:6), lo contrario a manso; que salta repentinamente de su escondite sobre su presa (Oseas 13:7); manchado. Así Alejandro, un rey pequeño de un reino pequeño, Macedonia, atacó a Darío cabeza de un vasto imperio que se extendía desde el Mar Egeo hasta las Indias. En doce años sojuzgó parte de Europa y toda Asia desde Ilírico y el Adriático hasta el río Ganges, no tanto peleando como conquistando. [Jerónimo.] Por lo tanto, mientras que se representa a Babilonia con dos alas, Macedonia tiene cuatro, porque sus conquistas fueron tan rápidas. Las “manchas” representan las distintas naciones incorporadas en su imperio [Bochart]; o las mismas variaciones en el carácter de Alejandro, una vez manso, luego cruel, ora moderado, ora borracho y disoluto. cuatro cabezas—explicado en el cap. 8:8, 22; los cuatro reinos de los “Diádochi” o sucesores, entre los cuales fué dividido el imperio a la muerte de Alejandro: Macedonia y Grecia bajo Casandro, Tracia y Bitinia bajo Lisímaco, Egipto bajo Ptolomeo, y Siria bajo Seleuco. fuéle dada potestad—por Dios; no por poder de Alejandro. Porque ¡cuán improbable fué que 30.000 hombres derrotasen a varios centenares de miles! Josefo (Antigüedades, 11:6) dice que Alejandro adoró al sumo sacerdote de Jerusalén, diciendo que en Dium, Macedonia, había visto una visión de Dios vestido como sacerdote, el cual lo invitó a ir a Asia y le prometió éxito.

7. Como Daniel vivía bajo el reino de la primera bestia, por esto no necesitaba describirla; como la segunda y tercera se describen completamente en la segunda parte del libro, el énfasis principal cae sobre la cuarta. También la profecía se detiene sobre el fin, que es la consumación de las series de acontecimientos anteriores. Sólo en la cuarta serie el poder mundial manifiesta plenamente su naturaleza contraria a Dios. Mientras que los tres primeros reinos se designaron respectivamente como león, oso y leopardo, no se especifica ninguna bestia como la imagen del cuarto; porque Roma es tan terrible, que no se puede describir por ninguna, mas combina en sí todo lo que podamos imaginarnos como indeciblemente fiero en todas las bestias. Entonces tres veces (vv. 7, 19, 23) se repite que la cuarta era “muy diferente de todas las bestias”. La fórmula de introducción: “Vi en la noche visiones”, ocurre aquí como en el v. 2 y otra vez en el v. 13, así dividiendo la visión toda en tres partes: la primera, que abarca los tres reinos, la segunda el cuarto reino y su ruina, y la tercera parte, el reino del Mesías. Los tres primeros reinos se extienden por unos pocos siglos; el cuarto, miles de años. Toda la mitad inferior de la imagen en el cap. 2 se dedica al cuarto reino. Y mientras que los otros reinos consisten en un solo material, éste consiste en dos, hierro y arcilla (sobre los cuales se hace mucho énfasis, cap. 2:41-43); los “dientes grandes de hierro” aquí se refieren a uno de los materiales del cuarto reino de la imagen. diez cuernos—Es con la crisis del cuarto reino, más bien que con el curso, que este capítulo siete tiene que ver. Los diez reyes (v. 24, los “cuernos” representan poder), es decir, reinos, en que Roma fué dividida cuando incorporó las tribus germánicas y eslavónicas, y nuevamente en la Reforma, son indicados aquí, según creen muchos. Pero la variación de la lista de diez y su desconcimiento completo de la mitad oriental del imperio, y la existencia del papado antes del desmembramiento del imperio occidental, en vez de que surja el “cuerno pequeño” después de los otros diez, están en contra de esta opinión. El imperio occidental continuó hasta el año 731, y el oriental hasta 1453. Los diez reinos, pues, simbolizados por los diez “dedos” (véase Apocalipsis 13:1; Apocalipsis 17:12; con el cap. 2:41) son los diez reinos en que será dividida Roma finalmente, cuando aparezca el Anticristo. [Tregelles.] Estos probablemente son prefigurados por el número diez, que era el que prevalecía en el momento del cambio príncipal de la historia romana.

8. cuerno pequeño—pequeño en el principio, pero más tarde creciendo para ser más grande que todos los demás. El tiene que ser buscado “entre ellos”. El imperio romano no se representaba a sí mismo como una continuación del de Alejandro; pero el imperio germánico (que dejó de existir al fin de la Primera Guerra Mundial. Nota del Trad.) se llama a sí mismo “el santo Imperio Romano”. La monarquía universal tentada por Napoleón, era declaradamente romana: el hijo de él era llamado el rey de Roma. El zar de Rusia (zar, o tsar, viene de “César”) también profesaba representar la mitad oriental del imperio romano. La civilización, la iglesia, el idioma y ley romanos, son los elementos principales de la civilización germánica. Pero el elemento románico busca imperio universal, mientras que el elemento germánico busca la individualización. Por esto las monarquías universales tentadas por el papado, Carlomagno, Carlos Quinto y Napoleón han fracasado, pues el hierro no se amalgama con la arcilla. En el rey simbolizado por “el cuerno pequeño”, el espíritu del mundo, soberbio, contrario a Dios, representado por la cuarta monarquía, halla su desarrollo más intenso. “El hombre de pecado”, “el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses cap. 2). El anticristo (1 Juan 2:18, Joel 2:18, 1 Juan 2:22, Joel 2:22; 1 Juan 4:3, Joel 4:3). Es la evolución completa del principio malo introducido por la caída. fueron arrancados tres cuernos de los primeros—El exarcado de Ravena, el reino de Lombardía y el estado de Roma, que constituían al principio los dominios del papa; conseguidos por los papas Zacarías y Esteban II, a cambio de reconocer al usurpador Pepín como rey legítimo de Francia [Newton.] Véase las objeciones de Tregelles, v. 7, “diez cuernos”, Nota. El “cuerno pequeño”, según él, ha de ser el Anticristo, quien se levantará tres años y medio antes del segundo advenimiento de Cristo, habiendo derribado primero a tres de los diez reinos contemporáneos, entre los cuales la cuarta monarquía, bajo la cual estamos viviendo, será finalmente dividida. Parece que el papismo es un cumplimiento de la profecía en muchos detalles, como el papa pretende ser un dios sobre la tierra y superior a todos los dominios terrenales; pero el espíritu del Anticristo, prefigurado por el papismo, probablemente culminará en un individuo, quien será destruído a la llegada de Cristo; aquél será el producto de los poderes políticos mundiales, mientras que el papismo, que prepara el camino para el Anticristo, es una iglesia hecha mundana. ojos de hombre—Los ojos expresan inteligencia (Ezequiel 1:18); así (Génesis 3:5) fué la promesa de la serpiente, que los ojos del hombre “serían abiertos”, si él se rebelase contra Dios. El Anticristo consumará la apoteosis de sí mismo, empezada en la caída, una cultura intelectual alta, independiente de Dios. Los metales que representan a Babilonia y Medopersia, oro y plata, son más preciosos que el bronce y el hierro, que representan a Grecia y Roma; pero estos metales son más útiles a la civilización (Génesis 4:22). La arcilla, que representa el elemento germánico, es el material más plástico. Hay un progreso en la cultura; pero éste no es necesariamente un progreso en la dignidad más verdadera del hombre, es decir, su unión y semejanza a Dios. Al contrario, aquel progreso lo ha llevado más lejos de Dios, a una confianza en sí mismo y al amor del mundo. Los principios de la civilización eran entre los descendientes de Caín (Génesis 4:17; Lucas 16:8). Antíoco Epífanes, el primer Anticristo, vino de la Grecia civilizada y era amante del arte. Así como la civilización helénica produjo el primer Anticristo, así la civilización moderna bajo la cuarta monarquía producirá al último Anticristo. La “boca” y los “ojos” son los del hombre, mientras que el símbolo en lo demás es brutal; usurpará la verdadera dignidad del hombre, es decir, llevará la máscara del reino de Dios (el cual viene como el Hijo del hombre de arriba), mientras que es en realidad bestial, apartado de Dios. El Anticristo promete las mismas cosas que Cristo, pero de una manera contraria. Será una caricatura de Cristo, que ofrecerá un mundo regenerado sin la cruz de Cristo. Babilonia y Persia en su religión tuvieron más reverencia por las cosas divinas que Grecia y Roma en las etapas imperiales de su historia. El corazón humano dado a Nabucodonosor (cap. 4:16) al arrepentirse, hace contraste con los ojos humanos del Anticristo, el pseudo hijo del hombre, es decir, la cultura intelectual, mientras que el corazón y la boca blasfemarán de Dios. La deterioración política corresponde: el primer reino, una unidad orgánica; el segundo, dividido entre medos y persas; el tercero hace cuatro ramas; y el cuarto, en diez divisiones. Los dos reinos orientales son señalados por metales más nobles; los dos occidentales, por metales más despreciables; la individualización y división aparecen en éstos; y son éstos los que producen los dos Anticristos.

9. Estuve mirando hasta que—continuaba mirando hasta, etc. fueron puestas sillas—más bien, “tronos fueron puestos” [La Vulgata y Lutero], es decir, para los santos y ángeles a quienes “se dió el juicio” (v. 22), como asesores del Juez. Véase el v. 10, “millares de millares le servían” (Mateo 19:28; Lucas 22:30; 1 Corintios 6:2; 1 Timoteo 5:21; Apocalipsis 2:26; Apocalipsis 4:4). Anciano de grande edad—“El padre eterno” (Isaías 9:6). El es el juez aquí, como el Hijo no juzga en su propia causa, y es la causa de él la que está por presentarse contra el Anticristo. se sentó—la actitud del juez que está por dar su fallo. vestido era blanco—que indica la pureza judicial de Juez y de todas las cosas junto a él (Apocalipsis 1:14). sus ruedas—como los tronos orientales se mueven sobre ruedas. Como la llama veloz, los juicios de Dios son más rápidos en caer donde él quiere (Ezequiel 1:15). El juicio aquí no es el juicio final, porque entonces no habrá bestia, y el cielo y la tierra se habrán pasado; pero es aquel contra el Anticristo (el último desarrollo del cuarto reino), típico del juicio final: “Cristo que viene para sustituir al reino milenial de gloria por el de la cruz (Apocalipsis 17:12; Apocalipsis 19:15; Apocalipsis 11:15).

10. millares de millares le servían—así fué al darse la ley (Deuteronomio 33:2; Salmo 68:17; Hebreos 12:22; Judas 1:14). millones … delante de él—semejanza tomada del Sanedrín, en el cual el padre del consistorio se sentaba con sus asesores a cada lado, en forma de semicírculo, y el pueblo de pie delante de él. el Juez se sentó—los jueces se sentaban por costumbre (Apocalipsis 20:4). los libros se abrieron—(Apocalipsis 20:12). Una imagen forense: todos los documentos de la causa a tratarse, en cuanto a la condenación del Anticristo y su reino, y el establecimiento del reino mesiánico. La sentencia tiene que pronunciarse contra el mundo como bajo la maldición, antes que venga la gloria; pero el Anticristo ofrece la gloria sin la cruz, un mundo renovado sin que el mundo sea juzgado.

11. Aquí se presenta la ejecución sobre la tierra, del juicio pronunciado en la invisible corte celestial de justicia (vv. 9, 10). cuerpo … entregado … en el fuego—(Apocalipsis 19:20).

12. “Las otras bestias”, es decir, las tres primeras no se habían ido mediante juicios directos destructivos, tales como los que consumieron el cuerno pequeño, por ser éste el mal completamente maduro de la cuarta bestia. Aquéllos continuaban existiendo, pero “su señorio les fué quitado”; mientras que la cuarta bestia dejara completamente de ser, siendo invalidada por el reino del Mesías. hasta cierto tiempo—No sólo el triunfo de las bestias sobre los creyentes, sino la misma existencia de ellas está limitada a un tiempo definido, y aquel tiempo será el justamente conveniente (véase Mateo 24:22). Probablemente un período definido es indicado por “hasta cierto tiempo” (véase v. 25; Apocalipsis 20:3). Es sorprendente que la cuarta monarquía, aunque cristianizada (sic) durante los 1500 años pasados, no se distinga de las anteriores monarquías paganas, ni de la parte pagana de sí misma. En efecto, se representa como la más contraria a Dios que todas y que culmina al final en el blasfemo Anticristo. El motivo de ello es que el reino de Cristo ahora no es de este mundo (Juan 18:36), y sólo en el segundo advenimiento de Cristo vendrá a ser un poder externo del mundo. Por esto Daniel, cuya misión fué la de profetizar acerca de los poderes mundiales, no trata del cristianismo mientras éste no llegue a ser un poder mundial, en la segunda venida de Cristo. El reino de Dios es un reino escondido mientras no venga Jesús otra vez (Romanos 8:17; Colosenses 3:2; 2 Timoteo 2:11). Roma era mundana mientras era pagana, y quedó mundana, aunque fué cristianizada (sic). Entonces el Nuevo Testamento contempla el actual “eón” o edad del mundo como esencialmente pagano, el cual no podemos amar sin abandonar a Cristo (Romanos 12:2; 1 Corintios 1:20; 1 Corintios 2:6, 1 Corintios 2:8; 1 Corintios 3:18; 1 Corintios 7:31; 2 Corintios 4:4; Gálatas 1:4; Efesios 2:2; 2 Timoteo 4:10; véase 1 Juan 2:15, Joel 2:15, 1 Juan 2:17, Joel 2:17). El objeto del cristianismo no es tanto el de cristianizar el mundo presente como el de salvar almas de entre el mundo, para que no sean condenadas con el mundo (1 Corintios 11:32), sino que reinen con él en su milenio (Mateo 5:5; Lucas 12:32; Lucas 22:28; Romanos 5:17; 1 Corintios 6:2; Apocalipsis 1:6; Apocalipsis 2:26; Apocalipsis 3:21; Apocalipsis 20:4). Esta ha de ser nuestra esperanza, no la de reinar en el actual curso del mundo (1 Corintios 4:8; 2 Corintios 4:18; Filipenses 3:20; Hebreos 13:14). Tiene que haber una “regeneración” del mundo, como del individuo, una muerte previa a una resurrección, una destrucción de los reinos mundiales antes que puedan surgir de nuevo como los reinos de Cristo (Mateo 19:28). Aun el milenio no desarraigará completamente la corrupción del mundo, y vendrán otra apostasía y otro juicio (Apocalipsis 20:7) en el cual el mundo de la naturaleza ha de ser destruído y renovado, así como lo fué el mundo de la historia antes del milenio (2 Pedro 3:8); luego vendrán el perfecto mundo y cielos perfectos (Apocalipsis 21:1). Así hay un progreso constante, y el cristiano está esperando la consumación (Marco 13:33; Lucas 12:35, Lucas 12:40; 1 Tesalonicenses 1:9), también está “esperando” su Señor. (Hebreos 10:13).

13. un hijo de hombre—(Véase Nota, Ezequiel 2:1). No meramente Hijo de David, y Rey de Israel, sino Cabeza de la humanidad restaurada (que corresponde con el horizonte amplio de la profecía de Daniel); la simiente de la mujer, que aplastará al Anticristo, la simiente de la serpiente, según el protoevangelio en el Paraíso (Génesis cap. 3). El hombre representativo entonces realizará el destino original de hombre como Cabeza de la creación (Génesis 1:26, Génesis 1:28); el centro de unidad para Israel y los gentiles. La bestia, que tomada conjuntamente representa las cuatro bestias, asciende del mar (cap. 7:2; Apocalipsis 13:1); el Hijo del hombre desciende del “cielo”, Satanás, como serpiente, es la cabeza representativa de todo lo bestial; el hombre, siguiendo a la serpiente, ha venido a ser bestial. Dios pues tiene que venir a ser hombre, para que el hombre deje de ser bestial. Quienquiera rechace al Dios encarnado, será juzgado sólo por el Hijo del hombre, porque él es el Hijo del hombre (Juan 5:27). Este título siempre se asocia con su nueva venida, porque el reino que le espera entonces, es el que le pertenece como el Salvador del hombre, el Restaurador de la herencia perdida. “Hijo del hombre” expresa su estado VISIBLE, antes en su humillación, más tarde en su exaltación. El “llegó hasta el Anciano de grande edad” para ser investido de su reino. Véase Salmo 110:2; “La vara de tu fortaleza (el Mesías) enviará Jehová desde Sión”. Esta investidura fué en su ascensión “con las nubes del cielo” (Hechos 1:9; Hechos 2:33; Salmo 2:6; Mateo 28:18), que es una garantía de su regreso “asi” “en las nubes” (Hechos 1:11; Mateo 26:64), y “con las nubes” (Apocalipsis 1:7), El reino le fué dado entonces en titulo y ejercicio invisible; a su segunda venida será en administración visible. El lo justificará por el desgobierno de aquellos que lo recibieron para tenerlo por Dios y bajo él, pero que desconocían su supremacía. El Padre sostendrá su derecho por el Hijo, el heredero, quien lo tendrá para él (el Padre) (Ezequiel 21:27; Hebreos 1:2; Apocalipsis 19:13). Tregelles cree que la investidura aquí antecede inmediatamente a la próxima venida de Cristo; porque está sentado a la diestra de Dios hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies, entonces es dado el reino al Hijo en su real investidura, y él vendrá para aplastar el estrado preparado para sus pies. Pero las palabras “en las nubes” y el poder universal, realmente le es dado, aunque será invisible en aquel entonces (Efesios 1:20), concuerda mejor con su investidura en la ascención, la que, en la vista profética salta por encima del intervalo de edades, es la precursora de su venida visible para reinar, como no sucede ningún acontecimiento de importancia en el intervalo.

15. mi cuerpo—lit., “la vaina”, como el cuerpo es la vaina del alma.

17. reyes—es decir, reinos, Véase v. 23, “un cuarto reino”; cap. 2:38; 8:20-22. Cada uno de los cuatro reyes representa una dinastía. Nabucodonosor, Alejandro, Antíoco y el Anticristo, aunque mencionados individualmente, son representantes de tendencias características

18. del Altísimo—el título enfático de Dios en esta profecía, quien delega su poder primero a Israel, y luego a los gentiles (cap. 2:37, 38), cuando Israel deja de realizar el ideal de la teocracia; y finalmente, al Mesías, quien reinará verdaderamente en lugar de Dios, recibiendo el dominio de los poderes gentiles mundiales, cuya historia es una historia de la degeneración continua que culmina en el último de los reyes, el Anticristo. Aquí en la interpretación, son “los santos” quienes toman el reino, pero en la visión (vv. 13, 14), es el Hijo del hombre quien lo toma; porque Cristo y su pueblo son uno en el sufrimiento y uno en la gloria. Tregelles traduce “lugares altísimos” (Efesios 1:3; Efesios 2:6). Aunque los santos son oprimidos por la bestia y el cuerno pequeño, ellos no pertenecen a la tierra de donde se levantan las cuatro bestias, sino a los lugares altísimos.

19. Balaam, arameo, habitante sobre el Eufrates, en el comienzo de la historia independiente de Israel, y Daniel al final de ella, proféticamente exhiben a los poderes mundiales hostiles, a Israel como triunfante sobre ellos al fin, aunque los poderes mundiales de oriente (Assur) y del occidente (Cittim) atropellan todo lo que está delante de ellos y afligen a Eber (Israel) por un tiempo (Números 23:8, Números 23:28; Números 24:2, Números 24:7, Números 24:22). Al “Assur” de Balaam corresponden los dos reinos orientales de Daniel, Babilonia y Medopersia; y a “Cittim”, los dos reinos occidentales, Grecia y Roma (Véase Génesis 10:4, Génesis 10:11, Génesis 10:22). En Babel, Nimrod el cazador (rebelde) funda el primer reino del mundo (Génesis 10:8). El poder mundial babilónico asume la corriente de historia interrumpida en la edificación de la torre, y el reino de Nimrod. Así como en Babel, así también en Babilonia el mundo se une contra Dios; Babilonía, el primer poder mundial, viene a ser el tipo del mundo que se opone a Dios. La cuarta monarquía consuma la maldad; ella es “diferente” de las demás sólo en la universalidad más ilimitada. Las tres primeras no eran monarquías universales en el sentido más completo. La cuarta lo es; de suerte que en ella el principio de oposición a Dios halla su pleno desarrollo. Toda la historia se mueve dentro de las naciones románicas, germánicas y eslavas; continuará así hasta el segundo advenimiento de Cristo. La cuarta monarquía representa al universalismo exteriormente; el cristianismo lo representa interiormente. Roma es Babilonia plenamente desarrollada. Es el poder mundial que corresponde en contraste con el cristianismo, y por lo tanto contemporánco con él (Mateo 13:38; Marco 1:15; Lucas 2:1; Gálatas 4:4).

20. su parecer mayor que el de sus compañeros—es decir, que el de los demás cuernos.

21. hacía guerra contra los santos—perseguía a los creyentes de Cristo (Apocalipsis 11:7; Apocalipsis 13:7). los vencía—pero no finalmente. El límite está señalado por “hasta que” (v. 22). El cuerno pequeño continuará, sin interrupción, a perseguir hasta la segunda venida de Cristo (Apocalipsis 17:12, Apocalipsis 17:14; Apocalipsis 19:19).

22. Anciano de grande edad—el título dado al Padre en el v. 13, aquí se refiere al Hijo; quien se llama “Padre eterno” (Isaías 9:6). Nunca se dice que el Padre “viene”; es el Hijo quien viene. se dió el juicio a los santosjuicio incluye gobierno; el “reino” al fin de este versículo (1 Corintios 6:2; Apocalipsis 1:6; Apocalipsis 5:10; Apocalipsis 20:4). Cristo primero recibe “juicio” y el “reino”, luego los santos con él (vv. 13, 14).

24. diez cuernos—que corresponden a los diez “dedos” (cap. 2:41). de aquel reinode entre el cuarto reino se levantan otros diez, sea cual sea el territorio exterior que posea alguno de ellos (Apocalipsis 13:1; Apocalipsis 17:12). tras ellos se levantará otro—pero contemporáneo con ellos; los diez son contemporáneos. El Anticristo se levanta después de ellos, al principio “pequeño” (v. 8); pero después de destruir tres de los diez, él viene a ser más grande que todos ellos (vv. 20, 21). Idos los tres, él viene a ser el octavo (véase Apocalipsis 17:11); cabeza distinta, pero “de los siete”. Así como los poderes mundiales anteriores tuvieron sus respectivas cabezas representativas (Babilonia, Nabucodonosor; Persia, Ciro; Grecia, Alejandro), así el cuarto reino y sus Anticristos tendrán su maldad concentrada en un Anticristo final. Así como Antíoco Epífanes, el Anticristo del tercer reino en el cap. 8, era el enemigo personal de Dios, así el Anticristo final del cuarto reino, será su antitipo. La iglesia ha sufrido una persecución pagana y persecución papal; queda para ella una persecución atea general, que la parificará y cimentará. [Cecil.] No solamente se pondrá en lugar de Cristo, en nombre de Cristo, como hace el papismo, sino que “negará al Padre y al Hijo” (1 Juan 2:22, Joel 2:22). La persecución ha de continuar hasta la segunda venida de Cristo (vv. 21, 22); por eso el cuerno de blasfemia no puede ser pasado; porque actualmente hay casi una cesación completa de persecución. 25. Tres atributos del Anticristo se especifican: 1. La civilización y sabiduría mundanas más elevadas. 2. La unión de todo el mundo bajo su dominio. 3. El ateísmo, antiteísmo y autoteísmo en su desarrollo más completo (1 Juan 2:22, Joel 2:22). Por lo tanto, no sólo es el poder quitado a la cuarta bestia, como en el caso de los otros tres, sino que Dios destruye el poder mundial en general, por un juicio final. El actual cristianismo externo ha de dar lugar a una apostasía casi universal. pensará—lit., “llevará dentro de sí como si fuera una carga de pensamiento”. mudar los tiempos—prerrogativa de Dios solo (cap. 2:21); blasfema asumida por el Anticristo. “Los tiempos y la ley” aquí quieren decir los de ordenanzas religiosas; tiempos establecidos de fiestas. [Maurer.] Se pondrá contra todo lo que se llama dios (2 Tesalonicenses 2:4), imponiendo su propia “voluntad” por encima de los tiempos y las leyes establecidos por Dios (cap. 11:36, 37). Pero los “tiempos” de su perversidad son limitados por amor de los elegidos (Mateo 24:22). entregados serán en su mano—para ser perseguidos. tiempo, y tiempos, y el medio de un tiempo—un año, dos años y medio año: tres años y medio, o sea 1.260 días (Apocalipsis 12:6, Apocalipsis 12:14); cuarenta y dos meses (Apocalipsis 11:2). Que sean literalmente tres años y medio el término de la persecución por el Anticristo, es favorecido por el cap. 4:16, 23, donde la teoría de díaaño sería imposible. Si se le hubiera informado a la iglesia, además, que 1260 años tendrían que pasar antes del segundo advenimiento, estaría fuera de lugar la actitud de expectativa inculcada (Lucas 12:38; 1 Corintios 1:7; 1 Tesalonicenses 1:9; 2 Pedro 3:12) debido a la incertidumbre del tiempo. La palabra original “tiempo” indica un período dado o fiesta establecida; o el intervalo de una fiesta fija a su repetición, es decir, un año [Tregelles]; Levítico 23:4, “sazones”; Levítico 23:44, “fiestas”. Los pasajes que favorecen la teoría de día-año son Ezequiel 4:6, donde cada día de los cuarenta que Ezequiel estaba acostado sobre su lado derecho, es definido por Dios como queriendo decir un año. Véase Números 14:34, donde un año de extravío en el desierto fué fijado por cada día de los cuarenta que los espías exploraban Canaán; pero los días, en estos dos casos, eran simplemente el tipo o la razón de los años, los que eran anunciados como habían de ser cumplidos. En la parte profética de Números 14:34, los años son literales. ¡Si se aplicara el sistema de día-año en estos casos, serían 14.400 años! ¡En Ezequiel 4:4, si día quisiera decir año, Ezequiel hubiera quedado acostado sobre su lado derecho cuarenta años! El contexto aquí en los vv. 24, 25, no es simbólico. Al Anticristo no se le llama más “cuerno” sino un “rey” que sojuzga a tres de los diez reyes (no llamados más “cuernos”, vv. 7, 8). Así en el cap. 12:7, donde “tiempo, tiempos y medio tiempo” vuelven a ocurrir, no hay nada simbólico en el contexto. De modo que no hay razón por qué fuesen así los tres años y medio. Durante los cuatro primeros siglos los “días” se interpretaban literalmente; un sentido místico de los 1.260 días entonces empezó. Walter Brute sugirió primero la teoría día-año al fin del siglo catorce. ¡Los setenta años de la cautividad babilónica predichos por Jeremías (Jeremias 25:12; Jeremias 29:10) eran entendidos por Daniel (cap. 9:2) como años literales, y no simbólicos, lo que habría sido 25.200 años! [Tregelles.] Es posible que la teoría día-año y la teoría día-día sean las dos verdaderas. Los siete (simbólicos) tiempos de las monarquías gentiles (Levítico 26:24) durante el rechazo de Israel, terminarán en los siete años del Anticristo. Los 1.260 años del desgobierno papal en el nombre de Cristo, pueden ser representados por tres años y medio de abierto anticristianismo y persecución, antes del milenio. Iglesias que testifican, podrán ser seguidas por individuos que testifiquen ocupando aquéllas el tiempo más largo, y éstos el periodo más corto (Apocalipsis 11:3). El principio de los 1:260 años es fijado por Elliot al año 529 o 533 d. de J. C., cuando el edicto de Justiniano reconoció al papa Juan II como cabeza de la Iglesia. Por Lutero al año 606, cuando Focas confirmó la concesión de Justiniano. Pero el año 752 es la fecha más probable, cuando empezó el dominio temporal de los papas por la concesión de Pepín a Esteban II (por el reconocimiento de su título como rey de Francia por Zacarías, el antecesor de Esteban), confirmada po Carlomagno. Porque fué entonces que el cuerno pequeño arrancó tres cuernos, y así vino a ser la prolongación del cuarto reino secular. [Newton.] Esto nos traería hasta el año 2.000 después de Cristo, siete mil años desde la creación. Pero Clinton fija el año 862 como el séptimo milenario, lo que podrá favorecer la fecha desde 529.

26. destruído … arruinado—una operación doble. El Anticristo ha de ser gradualmente “consumido”, como el papado viene consumiéndose desde hace 400 años, y especialmente en años recientes. El ha de ser “arruinado” súbitamente por Cristo en su venida; el hombre de pecado, plenamente desarrollado (2 Tesalonicenses 2:3) o el falso profeta que hace un último esfuerzo desesperado en alianza con la “bestia” (Apocalipsis 16:13, Apocalipsis 16:16) o el poder secular del imperio romano, será destruído en Armagedón, Palestina.

27. majestad de los reinos debajo de todo el cielo—es decir, el poder que poseían todos aquellos reinos, será todo transferido al reino del Mesías. “Debajo del cielo” da a entender que será un reino en la tierra, no en el cielo. al pueblo de los santos del Altísimo—los judíos, el pueblo con el cual los santos mantienen una relación especial. Los santos son reunidos de entre los judíos y los gentiles, pero el tronco de la iglesia es judio (Romanos 9:24; Romanos 11:24); la fidelidad de Dios a esta iglesia elegida es así esencialmente fidelidad a Israel, y una prenda de su futura bendición nacional. Cristo confirma este hecho, aunque reserva para si, o para su Padre, la fecha. reino eterno—Si es eterno, ¿cómo puede el reino aquí referirse a un reino milenario? Contestación. Daniel vió el tiempo entero de futura bienaventuranza como un solo período. La luz más clara del Nuevo Testamento, distingue en el período entero, el milenio y el tiempo de los cielos nuevos y tierra nueva (véase Apocalipsis 20:4 con 21:1 y 22:5). El reino de Cristo es “sempiterno”. Ni aun el juicio final lo terminará, mas sólo le dará una apariencia más gloriosa, cuando la Nueva Jerusalén descenderá del cielo, con el trono de Dios y del Cordero dentro de sí (véase Apocalipsis 5:9; Apocalipsis 11:15).

28. me turbaron mis pensamientos—mostrando que el Espíritu Santo pensaba que mucho más había de comprenderse por las palabras de Daniel, de lo que Daniel mismo entendió. No debemos limitar el significado de las profecías a lo que los profetas mismos entendían (1 Pedro 1:11).

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