XV: 1. En este punto de la narración, nuestro historiador hace una transición repentina de los conflictos de los discípulos con el mundo incrédulo a uno casi tan serio entre ellos. Nunca hubo una antipatía nacional más intensa que la que sentían los judíos hacia todo el mundo gentil. Era tanto más intenso por el hecho de que estaba incrustado en sus más profundos sentimientos religiosos, y se cultivaba en todas las devociones.

En los corazones de los discípulos, este sentimiento había sido tan superado en ese momento que habían admitido la conveniencia de recibir gentiles incircuncisos en la Iglesia. Pero encontraron más difícil convencerse a sí mismos de que los gentiles debían ser admitidos en la intimidad social y doméstica. Por lo tanto, cuando Pedro regresó de la casa de Cornelio a Jerusalén, la principal objeción presentada contra él no fue que hubiera sumergido a los gentiles, sino que “entraste en casa de hombres incircuncisos, y comiste con ellos.

Esta fue la medida en que el partido judaizante en la Iglesia estaba preparado, en ese momento, para impulsar sus objeciones. Pero cuando los hombres toman una posición irrazonable y obstinada contra cualquier causa, frecuentemente asumen un terreno más extravagante a medida que avanza la causa a la que se oponen. Mientras que unos pocos gentiles se habían unido a la Iglesia, la parte farisaica sólo se opuso a la asociación doméstica con ellos; pero ahora que Pablo y Bernabé habían logrado abrir una puerta de fe a todo el mundo gentil, y era probable que los judíos, que hasta ese momento habían constituido casi todo el cuerpo de la Iglesia, pronto se convertirían en un pequeño elemento de ella. distrito electoral, sus temores se despertaron y sus demandas se hicieron más exorbitantes.

Pablo y Bernabé todavía estaban en Antioquía. (1) “ Y bajaron de Judea unos hombres, y enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis según la ley de Moisés, no podréis ser salvos. ” Como aprendemos de una parte subsiguiente de este capítulo, no se contentaron con simplemente ordenar la circuncisión, sino que también exigieron la observancia de toda la ley de Moisés, a la cual la circuncisión era solo preliminar.

El éxito de este partido habría perpetuado el judaísmo y neutralizado para siempre aquellos principios filantrópicos del evangelio que la experiencia del mundo y la sabiduría de Dios habían demostrado que eran necesarios para la renovación moral de la raza humana.

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