Porque nuestra (p) leve aflicción, que es momentánea, produce en nosotros un cada vez más excelente [y] eterno peso de (q) gloria;

(p) Las aflicciones no se llaman ligeras, como si fueran ligeras en sí mismas, sino porque pasan rápidamente, como en verdad nuestra vida no es de larga duración.

(q) Que permanece para siempre firme y estable, y nunca puede ser sacudido.

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