REFLEXIONES

¡LECTOR! Pasemos por alto toda consideración menor de hombres y cosas relacionadas con los Apóstoles y siervos de Cristo, para tener todos nuestros pensamientos fijos y centrados en la Persona del Maestro Todopoderoso. ¡Precioso Jesús! ¡Sé tú el Único Objeto glorioso de toda mi meditación!

Y, mientras contemplo a Cristo en la cruz, como Pablo lo ha presentado aquí; permítanme preguntarme si, como Pablo, puedo decir: ¡estoy crucificado con él! ¿De verdad sé que Cristo, en todos sus sufrimientos y muerte, fue Fiador, Representante y Cabeza de su pueblo? ¿Fui yo, a todos los efectos, en él, representado por él, y por sus sufrimientos y muerte, en el nombre y para su pueblo, redimido por él? y el anciano de pecado, en mi naturaleza, crucificado con él? Y no sólo en la cruz, sino en su sepultura, resurrección, ascensión, entrada al cielo y sentarse a la diestra de la Majestad en las alturas; en todos estos, ¿conozco a Jesús como mi representante? ¿Cristo compró mi redención en la cruz? ¿Estoy sepultado con él por el bautismo, en la muerte? ¿He resucitado con él, por regeneración, por Dios Espíritu Santo? y ¿me veo por la fe sentado con él, en los lugares celestiales, en Cristo Jesús? ¿Se ha ido como mi precursor, para aparecer en la presencia de Dios por mí? y la vida que ahora vivo en la carne, ¿la vivo por la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí? ¡Oh! ¡Por la gracia, en vivo ejercicio, de estar siempre reconociendo mi interés personal en Cristo! Y que sea mi porción diaria, bajo las enseñanzas de la gracia de Dios el Espíritu Santo, saber que tal es la dignidad infinita de la Persona de Cristo, y la preciosidad infinita de su derramamiento de sangre y justicia, que Jehová es más honrado y glorificado. , por su obediencia y muerte, que es deshonrado, por todos los pecados de su pueblo, durante todo el tiempo-estado de la Iglesia en la tierra! ¡Sí! ¡Tú, querido Señor! Veo, a través de la enseñanza de Dios el Espíritu, que eres todo lo que es bendecido para tu Iglesia y tu pueblo; y como Pablo, estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios.

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