Juan 3:3

I. Lo primero que debe observarse, al leer este discurso tal como está ante nosotros, es la clara liberación, al menos por implicación, de la doctrina de la completa depravación de la naturaleza humana. Fue a Nicodemo con su moralidad y su vida sin tacha, con su posición como maestro de la única religión verdadera que había en el mundo en ese momento, y no a una criatura oscura y contaminada por el pecado que había pisoteado toda ley que el Salvador dice: "Estás equivocado; debes nacer de nuevo".

II. La siguiente y correspondiente verdad es el carácter radical de la religión de Cristo. Para satisfacer esta gran necesidad, esa religión va a la raíz de todo dentro de nosotros, y tocar y transformar todo nos crea de nuevo en Cristo Jesús.

III. El carácter inexorable de esta exigencia. Es una ley del reino de Cristo, y está a la entrada de ese reino, para nunca ser anulada: "Os es necesario nacer de nuevo". Como las rocas que a veces protegen la entrada a un puerto seguro y espacioso, estas palabras permanecen. Un barco debe entrar aquí, o regresar al ancho océano, sin refugio ni hogar.

IV. Si bien esta ley es en sí misma radical e inexorable, no hay nada uniforme o inmutable en cuanto a tiempos y modos de cumplimiento. En estos puede haber, y de hecho hay, una variedad infinita. Como es bueno no quedarse corto con la enseñanza de la Escritura, también es bueno no ir más allá. En este asunto de regeneración o conversión, nada puede ser más firme y claro que la ley, nada más amplio e ilimitado que el modo.

V. Este gran cambio es muy bendecido. Al hombre le llegará una gran felicidad cuando la consiga y cuando esté viviendo la nueva vida en Cristo. De hecho, es una cosa muy bendita que tal cambio sea posible, y más aún que se realice de hecho; que ocurre en los casos que nos rodean; que Dios así viene a habitar con los hombres; que su Espíritu toca y transforma los espíritus humanos; que los hombres se conviertan en nuevas criaturas en Cristo Jesús.

Estas son cosas buenas y grandiosas. "Os puede nacer de nuevo." ¿No le da eso un aspecto nuevo y más luminoso a la carcasa? ¿Por qué deberíamos considerar el nuevo nacimiento sólo como una estricta necesidad? ¿Por qué no considerarlo como un privilegio glorioso? Es, con mucho, el cambio más benéfico que se produce bajo el sol. Es la semilla de toda virtud, el punto de partida de un progreso sin fin, el primer estallido del agua viva que brota hacia la vida eterna.

A. Raleigh, Desde el amanecer hasta el día perfecto, pág. 108.

Referencias: Juan 3:3 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. x., pág. 201; vol. xxx., pág. 33; Spurgeon, Sermons, vol. iii., núm. 130; G. Moberly, Plain Sermons at Brighstone, pág. 1; FD Maurice, El Evangelio de San Juan, p. 85.

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