6-11 Cristo murió por los pecadores; no sólo por los que eran inútiles, sino por los que eran culpables y odiosos; de modo que su destrucción eterna fuera para gloria de la justicia de Dios. Cristo murió para salvarnos, no en nuestros pecados, sino de nuestros pecados; y todavía éramos pecadores cuando murió por nosotros. Más aún, la mente carnal no sólo es un enemigo de Dios, sino la enemistad misma, Romanos 8:7; Colosenses 1:21.Pero Dios se propuso liberar del pecado, y obrar un gran cambio. Mientras el estado pecaminoso continúa, Dios aborrece al pecador, y el pecador aborrece a Dios,​​​​​​​ Zacarías 11:8. Y el hecho de que Cristo muriera por personas como éstas es un misterio; no se conoce ningún otro ejemplo de amor como éste, de modo que bien puede ser el empleo de la eternidad adorar y maravillarse ante él. Además, ¿qué idea tenía el apóstol cuando suponía el caso de que alguien muriera por un justo? Y, sin embargo, sólo lo planteó como algo que podría ser. ¿No era el hecho de padecer este sufrimiento, para que la persona a la que se pretende beneficiar pudiera ser liberada de él? ¿Pero de qué son liberados los creyentes en Cristo por su muerte? No de la muerte corporal, pues eso es lo que todos soportan y deben soportar. El mal, del cual la liberación podría ser efectuada sólo de esta manera asombrosa, debe ser más terrible que la muerte natural. No hay ningún mal al que pueda aplicarse el argumento, excepto el que el apóstol afirma realmente, el pecado y la ira, el castigo del pecado, determinado por la infalible justicia de Dios. Y si, por la gracia divina, fueron así llevados al arrepentimiento, y a creer en Cristo, y así fueron justificados por el precio de su derramamiento de sangre, y por la fe en esa expiación, mucho más por medio de Aquel que murió por ellos y resucitó, serían guardados de caer bajo el poder del pecado y de Satanás, o de apartarse finalmente de él. El Señor vivo de todo, completará el propósito de su amor moribundo, salvando a todos los verdaderos creyentes hasta el fin. Teniendo tal prenda de salvación en el amor de Dios por medio de Cristo, el apóstol declaró que los creyentes no sólo se regocijaban en la esperanza del cielo, e incluso en sus tribulaciones por causa de Cristo, sino que también se glorificaban en Dios, como su Amigo inmutable y su Porción todopoderosa, sólo por medio de Cristo.

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