Efesios 1:1-23

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:

2 Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.

4 Asimismo, nos escogió en él desde antes de la fundación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha delante de él.

5 En amor nos predestinó por medio de Jesucristo para adopción como hijos suyos, según el beneplácito de su voluntad,

6 para la alabanza de la gloria de su gracia que nos dio gratuitamente en el Amado.

7 En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia

8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría y entendimiento.

9 Él nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en Cristo,

10 a manera de plan para el cumplimiento de los tiempos: que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra.

11 En él también recibimos herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que realiza todas las cosas conforme al consejo de su voluntad,

12 para que nosotros, que primero hemos esperado en Cristo, seamos para la alabanza de su gloria.

13 En él también ustedes, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído en él, fueron sellados con el Espíritu Santo que había sido prometido,

14 quien es la garantía de nuestra herencia para la redención de lo adquirido, para la alabanza de su gloria.

15 Por esta razón, yo también, habiendo oído de la fe que tienen en el Señor Jesús y de su amor para con todos los santos,

16 no ceso de dar gracias por ustedes recordándoles en mis oraciones.

17 Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él;

18 habiendo sido iluminados los ojos de su entendimiento para que conozcan cuál es la esperanza a la que los ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

19 y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza.

20 Dios la ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su diestra en los lugares celestiales,

21 por encima de todo principado, autoridad, poder, señorío y todo nombre que sea nombrado, no solo en esta edad sino también en la venidera.

22 Aun todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y lo puso a él por cabeza sobre todas las cosas para la iglesia,

23 la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.

ENCABEZAMIENTO: EL ORIGEN DE LA IGLESIA EN EL CONSEJO ETERNO DEL PADRE, Y EL DERRAMAMIENTO DE LA SANGRE DEL HIJO: EL SELLO QUE HA PUESTO A LA IGLESIA EL ESPIRITU SANTO. ACCION DE GRACIAS Y ORACION POR QUE ELLOS PUEDAN CONOCER PLENAMENTE EL PODER DE LA GRACIA DE DIOS EN CRISTO PARA CON LOS SANTOS.

1. Pablo, apóstol … por la voluntad de Dios—Más bien, “al través de la voluntad de Dios”; lamado al apostolado al través de la misma “voluntad” que dió origen a la iglesia (vv. 5, 9, 11; véase Gálatas 1:4). a los santos y fieles—Se refiere a las mismas personas bajo los dos términos, como lo prueba el griego: “A los que son santos y fieles en Cristo Jesús”. La santificación por Dios está puesta aquí antes que la fe del hombre. Se presenta así el doble aspecto de la salvación: la gracia de Dios nos santifica en la primera instancia (es decir, poniéndonos aparte en sus propósitos eternos como santos apartados para sí); y nuestra fe echa mano de la salvación que es el don de Dios (2 Tesalonicenses 2:13; 1 Pedro 1:2): que están en Efeso—véase Introducción.

2. (Romanos 1:7; 1 Corintios 1:3; 2 Corintios 1:2; Gálatas 1:3).

3. Las doxologías que se hallan en casi todas las Epístolas, dan a entender el verdadero sentido de la gracia experimentada por los escritores y sus lectores (1 Pedro 1:3). Los versículos 3 a 14 presentan sumariamente el evangelio de la gracia de Dios: la obra de amor del Padre v. 3 (eligiéndonos para la santidad, v. 4; la filiación, v. 5; la aceptación, v. 6); la obra del Hijo, v. 7 (redención, v. 7; el conocímiento del misterio de su voluntad, v. 9; una herencia, v. 11); la del Espíritu Santo, v. 13 (selladura, v. 13; dándonos las arras de la herencia, v. 14). Bendito el Dios y Padre del Señor … Jesucristo—quien es también el Dios y Padre de nosotros que estamos en él (Juan 20:17). Dios es “el Dios” del hombre Jesús, y “el Padre” del Verbo Divino. El griego, así como nuestra versión española, dice: “el cual nos bendijo”; no “el cual nos ha bendecido”, como traducen algunos; refiriéndose al consejo original ya pasado de Dios. Así como en la creación (Génesis 1:22) también en la redención (Génesis 12:3; Mateo 5:3; Mateo 25:34) Dios “bendice” a sus hijos; y eso no en meras palabras, sino en hechos. el cual nos bendijo—a todos los cristianos. con toda bendición espiritual—Es decir, “toda bendición posible en el tiempo y para la eternidad, que proviene del Espíritu (esto significa el término “espiritual”; no como se usa el término ahora, como opuesto a corporal). en lugares celestiales—Frase hallada cinco veces en esta Epístola, y no en otra parte (v. 20; cap. 2:6; 3:10; 6:12); griego, “en los lugares celestiales”. La ascensión de Cristo es el medio de introducirnos a nosotros en los lugares celestiales, los cuales a causa de nuestros pecados nos estaban cerrados. Nótese el cambio hecho por Cristo, Colosenses 1:20; cap. 1:20. Mientras Cristo estaba en la carne en la forma de siervo, los hijos de Dios no podían darse cuenta de sus privilegios celestiales como hijos. Ahora, “nuestra ciudadanía (griego) está en los cielos” (Filipenses 3:20), donde nuestro Sumo Sacerdote “nos está bendiciendo” constantemente. Nuestros “tesoros” están allí (Mateo 6:20); nuestras miras y afectos (Colosenses 3:1); nuestra esperanza (Colosenses 1:5; Tito 2:13); nuestra herencia (1 Pedro 1:4). El mismo don del Espíritu, la fuente de la “bendición espiritual”, se debe al hecho de que Jesús ha ascendido allá (cap. 4:8). en Cristo—el centro y fuente de toda bendición para nosotros.

4. nos escogiógriego, “nos escogió para sí de entre” (es decir, de entre el mundo, Gálatas 1:4); refiriéndose a su elección original, mencionada como ya pasada. en él—La repetición de la idea, “en Cristo” (v. 3), da a entender la suma importancia de la verdad de que es en él—por virtud de la unión con él, el Segundo Adam, el Restaurador ordenado para nosotros desde la eternidad, la Cabeza de la humanidad redimida—que los creyentes gozamos de tantas bendiciones (cap. 3:11). antes de la fundación del mundo—Esto presupone la eternidad del Hijo de Dios (Juan 17:5, Juan 17:24), así como lo eterno de la elección de los creyentes en él (2 Timoteo 1:9; 2 Tesalonicenses 2:13). para que fuésemos santos—Positivamente (Deuteronomio 14:2). y sin mancha—Negativamente (cap. 5:27; 1 Tesalonicenses 3:13). delante de él—Es a él a quien mira el creyente, caminando en su presencia, delante de quien busca ser aceptado en el juicio (Colosenses 1:22; véase Apocalipsis 7:15). en amor—Bengel, y otros, unen esta expresión con el v. 5; “en amor habiéndonos predestinado”, etc. Pero nuestra versión da una mejor interpretación. Las palabras “en amor” califican toda la cláusula, “para que fuésemos santos … delante de él”. El amor, que perdió el hombre por la caída, pero que fué restaurado por la redención, es la raíz y el fruto y la suma de toda santidad (cap. 5:2; 1 Tesalonicenses 3:12).

5. Habiéndonos predestinado—Este término es más exacto al referirse al fin y a los medios precisos; que los términos “escogió” o “eligió”. Somos “escogidos” de entre el resto del mundo: “predestinados” a todas las cosas que nos aseguran la herencia (v. 11; Romanos 8:29). para ser adoptados hijos por JesucristoGriego, “al través de Jesucristo”. a sí mismo—al Padre (Colosenses 1:20). Alford explica que el ser “adoptados … a sí mismo”, significa el poder ser participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4). Lachmann lee: “a él”. Pero el contexto favorece la explicación de Calvino y otros: Que Dios tiene consideración de sí mismo y la gloria de su gracia (vv. 6, 12, 14) la meta final de Dios. El tuvo un Hijo unigénito y para su propia gloria le plació escoger de entre un mundo perdido muchos para que viniesen a ser sus hijos adoptivos. según el puro afecto de su voluntad—Así el griego (Mateo 11:26; Lucas 10:21). No podemos pensar que sea algo más, sino “su buena voluntad”, la causa de nuestra salvación o de alguna de sus obras (v. 9). (Job 33:13). ¿Por qué necesitas tú filosofar acerca de un mundo imaginario de optimismo? Tu preocupación debe ser el no cometer el mal. No había nada en nosotros que mereciera su amor (vv. 1, 9, 11). [Bengel].

6. Para alabanza de la gloria de su gracia—(vv. 7, 17, 18). El fin indicado (Salmo 50:23), es decir: que sea alabada la gloria de su gracia por todas sus criaturas, hombres y ángeles. con la cual—Más bien, “en la cual”. Algunos de los manuscritos más antiguos leen, “que”. Entonces tendríamos que traducir, “que nos concedió en el Amado”. Pero nuestra versión está apoyada por buenos manuscritos y las versiones más antiguas. nos hizo aceptos—El verbo griego está emparentado con “gracia”. Tradúzcase, “graciosamente nos aceptó”; o “nos hizo objeto de su gracia”; “nos abrazó en sus brazos de gracia” (Romanos 3:24; Romanos 5:15). en el Amado—preeminentemente así llamado (Mateo 3:17; Mateo 17:5; Juan 3:35; Colosenses 1:13). Griego, “Hijo de su amor”. Es solamente “en su Amado” que nos ama a nosotros. (v. 3; 1 Juan 4:9).

7. En el cual—“el Amado” (v. 6; Romanos 3:24). tenemos—como posesión presente. redenciónlit.,la redención”, la nuestra; LA redención que es el gran tema de toda la revelación, y especialmente del Nuevo Testamento (Romanos 3:24), es decir, redención del poder, la culpa y las consecuencias penales del pecado (Mateo 1:21). Si algún hombre fuera incapaz de redimirse a sí mismo siendo esclavo, su pariente podría redimirlo (Levítico 25:48). Es por esto que el Hijo de Dios vino a ser el Hijo del hombre, para que nuestro pariente pudiera redimirnos a nosotros (Mateo 20:28). Otra “redención” se efectuará al final, es decir, la “de la posesión adquirida” (v. 14). por su sangre—(cap. 2:13), como el instrumento; la propiciación, es decir, la consideración (ideada por su propio amor) por la cual, Dios, que con justicia estaba enojado (Isaías 12:1), fué propicio a nosotros: es decir, el precio pagado a la justicia divina por nuestro pecado (Hechos 20:28; Romanos 3:25; 1 Corintios 6:20; Colosenses 1:20; 1 Pedro 1:18). la remisión de pecadosGriego, “la remisión de nuestras transgresiones”; no meramente la “pretermisión” (u omisión), de ellas como el griego (Romanos 3:25) debe ser traducido. Siendo esta “remisión” la explicación del término “redención”, incluye no sólo la liberación de la pena del pecado, sino de su contaminación y su poder esclavizador, negativamente; y positivamente, la reconciliación con un Dios ofendido, y la satisfacción a un Dios justo. por las riquezas de su gracia—Cap. 2:7: “para mostrar las abundantes riquezas de su gracia”. Véanse v. 18 y cap. 3:16, “conforme a las riquezas de su gloria”; de modo que “la gracia” es su “gloria”.

8. sobreabundó en nosotros—Más bien, “Que hizo él abundar hasta llegar a nosotros”. en toda sabiduría e inteligencia—“Sabiduría” en idear el plan de redimir la humanidad; “inteligencia”, o prudencia, en poner los medios para ejecutarlo y en hacer todos los arreglos necesarios en su providencia, para realizar aquel propósito. Pablo atribuye al evangelio de la gracia de Dios “toda” la “sabiduría e inteligencia” posibles, en oposición a la jactancia de los judíos incrédulos, los filósofos paganos y los apóstoles falsos, quienes atribuían sabiduría e inteligencia a sus enseñanzas. Cristo crucificado, considerado “locura” por el mundo, es “la sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:18). Véase cap. 3:10, “la multiforme sabiduría de Dios”.

9. Descubriéndonos—“El hizo que la gracia abundara para nosotros” (v. 8), “descubriéndonos”, experimentalmente, en nuestro corazón. el misterio—Es decir, el propósito de Dios de redención, hasta entonces escondido en sus consejos, pero que ahora era revelado (cap. 6:19; Romanos 16:25; Colosenses 1:26). Este “misterio” no es como los misterios paganos que son descubiertos sólo a los pocos iniciados. Todos los cristianos son iniciados. Sólo los incrédulos no lo son. según su beneplácito—Esta es la causa por la cual “él nos ha descubierto el misterio”, es decir, su propio “beneplácito” para con nosotros. que se había propuesto—(v. 11). en sí mismo—Dios el Padre. Bengel entiende que “en él” quiere decir en Cristo, como los vv. 3, 4. Pero el nombre propio, “En Cristo”, v. 10, que sigue inmediatamente después, es inconsecuente con el hecho de que él sea el indicado aquí por el pronombre.

10. De reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación, etc.—Tradúzcase: “Hasta la dispensación del cumplimiento de los tiempos”, es decir, que se había propuesto en sí mismo” (v. 9) teniendo en cuenta la dispensación correspondiente (o la administración de gracia perteneciente) al cumplimiento de los tiempos (griego, “tiempos debidos”, o “sazones”), siendo estos términos más claros que “el cumplimiento del tiempo” (Gálatas 4:4). Aquí se quiere decir todos los tiempos (plural) evangélicos, con los beneficios dispensados a la iglesia en esta época, separada y sucesivamente. Véase “siglos venideros” (cap. 2:7). “Los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11); “los tiempos (la misma palabra griega como aquí, “las sazones”, o “tiempos debidamente señalados”) de los gentiles” (Lucas 21:24); “las sazones que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7); “los tiempos de la restauración de todas las cosas, que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde el siglo” (Hechos 3:20). La venida de Jesús en el primer advenimiento, “en el cumplimiento del tiempo”, fué uno de estos “tiempos”. Cuando descendió el Espíritu Santo, “como se cumplieron los días de Pentecostés” (Hechos 2:1), fué otro. El testimonio dado por los apóstoles “en sus tiempos” (1 Timoteo 2:6), fué otro. La conversion de los judíos cuando “los tiempos de los gentiles sean cumplidos”, la segunda venida de Criso, la “restauración de todas las cosas”, el reino milenial, los nuevos cielos y nueva tierra, serán casos separados de “la dispensación del cumplimiento de los tiempos”, es decir, “la dispensación de los acontecimientos y beneficios evangélicos pertenecientes a sus respectivos “tiempos”, cuando sean cumplidos o consumados. Dios el Padre, según su beneplácito y propósito, es el Dispensador tanto de los beneficios evangélicos como de sus diferentes tiempos adecuados (Hechos 1:7). De reunir todas las cosas en CristoGriego, “sumar bajo una cabeza”; “recapitular”. El “beneplácito que se propuso”, fué “sumar todas las cosas en Cristo” (griego, “el Cristo”, es decir, Su Cristo). [Alford]. El propósito de Dios es sumar toda la creación en Cristo, la Cabeza de los ángeles, con quienes está unido por su naturaleza invisible, y de los hombres con quienes está vinculado por su humanidad; de judíos y de gentiles; de los vivos y de los muertos (cap. 3:15); de la creación animada y de la inanimada. El pecado ha deshecho la relación entre el hombre y Dios, como una criatura subordinada a él. Dios se propone juntar todas las cosas en Cristo; o como dice Colosenses 1:20 : “Por él (Cristo) reconciliar todas las cosas a sí, tanto lo que está en la tierra como lo que está en los cielos”. Bien dice Alford: “La iglesia de la cual el apóstol aquí trata principalmente, está subordinada a él en el grado más alto de unión consciente y gozosa; aquellos que no son de él espiritualmente, mas subordinados en mera sujeción consciente; y las tribus inferiores de la creación están subordinadas objetiva aunque inconscientemente; pero todos son sumados en él”.

11. en quien—Por virtud de la unión con quien. asimismo tuvimos suertelit., “Se nos hizo heredar”. [Wahl]. Comp. el v. 18 donde se dice: “su herencia en los santos”. Así como en el v. 18 se asienta que la herencia de él está en ellos, así en este versículo se dice que la de ellos está en él (Hechos 26:18). Sin embargo, el v. 12 que dice: “Para que seamos (nosotros) para alabanza de su gloria” (no “para que tengamos” la gloria, favorece la traducción de Bengel, Ellicott, etc., “Fuimos hechos una herencia”. Así el Israel literal (Deuteronomio 4:20; Deuteronomio 9:29; Deuteronomio 32:9). La palabra “asimismo” no quiere decir “asimismo nosotros”, ni “en quien “asimismo”;, sino que significa que además de habernos “descubierto el misterio de su voluntad”, también “fuimos hechos su herencia”, o “también tuvimos suerte”. habiendo sido predestinados—(v. 5). La preordinación de Israel como la nación electa, corresponde a la de los israelitas espirituales, los creyentes, a una herencia eterna, que es lo que aquí se indica. El “nosotros” sobreentendido aquí y en el v. 12, quiere decir los creyentes judios (de donde surge nacionalmente la elección de Israel), en contraste con “vosotros” (v. 13) los creyentes gentiles. conforme al propósito—Repetición de “propuesto” (v. 9; cap. 3:11). La iglesia existió en la mente de Dios eternalmente, antes de que existiera en la creación. del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad—v. 5, “el puro afecto de su voluntad”. No un capricho arbitrario, sino una sabiduría infinita (“consejo”) unida con una voluntad soberana. Véase el discurso de Pablo dirigido a estos mismos efesios (Hechos 20:27): “Todo el consejo de Dios” (Isaías 28:29). Así en la creación natural como en la espiritual, Dios no es un agente constreñido por la necesidad. “Dondequiera que haya consejo, allí hay elección, de otra manera el consejo es vano; donde hay una voluntad, allí tiene que haber libertad, pues si no la hay, la voluntad es débil”. [Pearson].

12. (vv. 6, 14). Para que seamos para alabanza … nosotros que antes esperamos en Cristo—más bien, nosotros, los cristianos judíos, quienes antes que viniera Cristo buscábamos su venida, esperando la consolación de Israel. Comp. Hechos 26:6 : “Por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres, soy llamado en juicio; a la cual promesa nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de día y de noche, esperan que han de llegar”. Hechos 28:20, “la esperanza de Israel”. [Alford]. Comp. v. 18; cap. 2:12; 4:4.

13. En el cual esperasteis también vosotros—Vosotros gentiles. La prioridad de nosotros los judíos, no os excluye a vosotros los gentiles de tener parte en Cristo (comp. Hechos 13:46). en oyendo la palabra de verdad—el instrumento de la santificación, y del nuevo nacimiento (Juan 17:17; 2 Timoteo 2:15; Santiago 1:18). Comp. Colosenses 1:5, donde también, como aquí, “la palabra de verdad” se une con “esperanza”. También cap. 4:21. fuisteis sellados—por el Espíritu Santo como hijos de Dios (Hechos 19:1; Romanos 8:16, Romanos 8:23; Nota, 2 Corintios 1:22; 1 Juan 3:24, Joel 3:24). Así como un sello impreso en algún documento da una validez cierta al contrato asentado en él (Juan 3:33; Juan 6:27; véase 2 Corintios 3:3), así el “amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Romanos 5:5) y la adopción otorgada por el Espíritu en la regeneración (Romanos 8:15), aseguran a los creyentes la buena voluntad de Dios para con ellos. El Espíritu, como un sello, imprime en el alma, en el acto de la regeneración, la imagen de nuestro Padre. El acto de haber sido sellados por el Espíritu Santo se menciona como un hecho que ya ha pasado. El testimonio a nuestro corazón de que somos hijos de Dios y sus herederos (v. 11), es el testimonio presente del Espíritu, “las arras de la herencia venidera” (v. 11), (Romanos 8:16). con el Espíritu Santo de la promesa—Más bien, como el griego, “El Espíritu de la promesa, el Santo Espíritu”; el Espíritu prometido tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Joel 2:28; Malaquías 12:10; Juan 7:38). “La palabra de verdad” prometió el Espíritu Santo. Aquellos que “creyeron la palabra de verdad” fueron sellados por el Espíritu según la promesa.

14. Que es las arras de nuestra herencia—La primera cuota pagada como garantía de que el resto será pagado (Romanos 8:23; 2 Corintios 1:22). para la redención—La preposición griega también tiene la idea de “hasta”; y debe unirse así: “fuisteis sellados (v. 13) para” (es decir, para el propósito y hasta) la realización de “la redención”. No la redención en su primera etapa, hecha por la sangre de Cristo, la cual nos asegura nuestro título o derecho, sino en su cumplimiento final, cuando la misma posesión será nuestra, la “plena redención del cuerpo” (Romanos 8:23) así como también del alma, de toda flaqueza (cap. 4:30). Entonces la criatura (el cuerpo, y toda la creación visible) será librada de la servidumbre de la corrupción, y del príncipe usurpador de este mundo, y gozará de la libertad gloriosa de los hijos de Dios (Romanos 8:21; 2 Pedro 3:13). de la posesión adquirida—el pueblo de Dios comprado (griego, “adquirido”) como suyo propio por la sangre de Cristo (Hechos 20:28). Consideramos de valor aquello por lo cual hemos pagado un alto precio; así Dios tiene en alta estima a su iglesia (cap. 5:25, 26; 1 Pedro 1:18; 1 Pedro 2:9; Malaquías 3:17, Margen, “mi tesoro especial”).

15. Por lo cual—Porque estáis en Cristo y habéis sido sellados por su Espíritu (vv. 13, 14). también yo—por mi parte, y porque vosotros habéis recibido tan grandes beneficios de Dios. habiendo oído—Es decir, desde que oí. No dando a entender que acabara de oír de su conversión: argumento erróneo usado por algunos contra el hecho de que fuera dirigida esta Epístola a los Efesios (Nota, v. 1); sino refiriéndose al informe que había oído después que estuvo con ellos, acerca de sus gracias cristianas. Así en el caso de Filemón, su “amado coadjutor” (Filemón 1:1) él usa las mismas palabras (Filemón 1:4, Filemón 1:5). [Nos parece débil el argumento del autor sobre este caso. El participio aoristo “akousas” que se usa aquí, no indica acción repetida o continua; y el participio presente en Filemón vv. 4, 5, indica continuidad”. Nota del Trad.] de vuestra fe—Más bien, como el griego, “la fe que hay entre vosotros”, la que tienen muchos (no todos) de vosotros. y amor para con todos los santos—No importando su nombre, sólo por el mismo hecho de que son santos. Una característica distintiva del verdadero cristianismo (cap. 6:24). “La fe y el amor son unidos por Pablo frecuentemente. ¡Qué pareja tan maravillosa!” [Crisóstomo]. A éstos se agrega la esperanza, v. 18.

16. (Colosenses 1:9). No cesó de dar gracias … haciendo memoria de vosotros—En los manuscritos más antiguos se omite “de vosotros”. Así que la traducción podría ser, “haciendo memoria de ellos” (vuestra “fe y amor”). Así opina Alford.

17. Esta oración debiera ser emitida por todos los cristianos. el Dios del Señor nuestro Jesucristo—Este título es muy adecuado, ya que en los vv. 20-22, él trata del lugar tan elevado que Dios dió a Jesús al hacerlo Cabeza de todas las cosas que corresponden a la iglesia. Jesús mismo llamó al Padre “Mi Dios” (Mateo 27:46). el Padre de gloria—(comp. Hechos 7:2). El Padre de aquella gloria infinita que resplandece en el rostro de Cristo, quien es “la gloria” (la verdadera Shekinah); y por medio de quien “la gloria de la herencia” (v. 18) será nuestra (Juan 17:24; 2 Corintios 3:7 a 4:6). os dé espíritu de sabiduría—cuyo atributo es la sabiduría infinita, y que obra la sabiduría en los creyentes (Isaías 11:2). y de revelación—cuya función es revelar a los creyentes misterios espirituales (Juan 16:14; 1 Corintios 2:10). para su conocimiento—Más bien, como el griego (véase Nota, 1 Corintios 13:12), “en pleno conocimiento de él”, es decir, de Dios.

18. Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento—Los manuscritos más antiguos, versiones y “padres” dicen “los ojos de vuestro corazón”. Véase el estado contrario de los incrédulos, quienes tienen el corazón entenebrecido (cap. 4:18; Mateo 13:15). Tradúzcase: “Teniendo alumbrados los ojos de vuestro corazón” (cap. 5:14; Mateo 4:16). El impartir luz es el primer efecto del Espíritu en la nueva creación, así como lo fué en la creación original física (Génesis 1:3; 2 Corintios 4:6). Así Teófilo a Autólico,2 Corintios 1:3 : “los oídos de vuestro corazón”. Donde hay luz espiritual, allí hay vida (Juan 1:4). El corazón es “el centro vital de la vida” [Harless] y la fuente de los pensamientos; de aquí que “el corazón”, en las Escrituras, incluya la mente, así como también las inclinaciones naturales. El “ojo”, o la visión interior, recibe y a la vez contempla la luz (Mateo 6:22). El ojo es el símbolo de la inteligencia (Ezequiel 1:18). para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación—La esperanza que corresponde al hecho de haber sido llamados. las riquezas de la gloria—(Colosenses 1:27.) de su herencia en los santos—La herencia que él tiene en reserva para los santos. Yo prefiero explicar, “La herencia que él tiene en los santos.” (Véase Nota v. 11; Deuteronomio 32:9).

19. Y cuál aquella supereminente [sobrepujante] grandeza de su poder para con nosotros los que creemos—Aquí se hace referencia a la obra de gracia que él está desarrollando, y desarrollará, en nosotros los que creemos. Por el término “santos” (v. 18) se considera a los creyentes como absolutamente perfeccionados, y como si ya fueran la herencia de Dios; pero en este versículo, como si estuvieran peleando la buena batalla de la fe. por—mejor, “de acuerdo con” la operacióngriego, “la energía” Tradúzcase, “la operación eficaz” (cap. 3:7). El mismo poder sobrehumano que hacía falta y fué puesto en acción para hacernos creer, hacía falta y fué puesto en acción para despertar a Cristo de entre los muertos (v. 20). Véase Filipenses 3:10, “el poder de su resurrección” (Colosenses 2:12; 1 Pedro 1:3). de la potencia de su fortalezaGriego, “de la fuerza de su poder”.

20. La cual obró en Cristo—quien es nuestra Cabeza y las “primicias” de nuestra resurrección. y en quien la poderosa operación de Dios en favor nuestro, es hecha posible y real. [Alford]. resucitándole—“en que lo resucitó”. El levantamiento de Cristo no es sólo una garantía de que nuestros cuerpos serán levantados después, sino que tiene en sí un poder espiritual que obra (por virtud de nuestra unión viva con él, como miembros de la Cabeza) la resurrección espiritual del alma del creyente ahora, y, por consiguiente, la resurrección de su cuerpo al final (Romanos 6:8; Romanos 8:11). El Hijo, como Dios (aunque no como hombre), tomó parte en el levantamiento de su propio cuerpo humano (Juan 2:19; Juan 10:17). Y el Espíritu Santo también participó en la resurrección de Cristo. (Romanos 1:4; 1 Pedro 3:18). y colocándoleGriego, “asentándole.” Los espíritus gloriosos están en pie alrededor del trono de Dios, mas no se sientan a la diestra de Dios (Hebreos 1:13). a su diestra—(Salmo 110:1). Donde permanece hasta que todos sus enemigos hayan sido puestos debajo de sus pies (1 Corintios 15:24). Habiendo sido comisionado para “dominar en medio de sus enemigos” durante la rebelión de éstos (Salmo 110:2), renunciará a su comisión después de subyugarlos [Pearson] (Marco 16:19; Hebreos 1:3; Hebreos 10:12). en los cielos—(v. 3). “Lugares celestiales”. Así como Cristo tiene cuerpo literal, así el cielo no es meramente un estado, sino un lugar; y donde él está, allí estará su pueblo (Juan 14:3).

21. Sobre todo principado, etc.—Griego, “Mucho más alto que todo (cap. 4:10) principado (o gobierno, 1 Corintios 15:24), y autoridad y poder (Mateo 28:18) y señorío”. Comp. Filipenses 2:9; Colosenses 1:16; Hebreos 7:26; 1 Pedro 3:22. Los espíritus malos (que igualmente están divididos en varios rangos, cap. 6:12), así como también los ángeles de luz, y los potentados terrenales, están incluídos (véase Romanos 8:38). Jesús es “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16). Cuanto más alto el honor de él, tanto mayor es el de su pueblo, quienes son sus miembros unidos a él, quien es la Cabeza. Algunos maestros filosóficos de la escuela de Simón el Mago, en Asia Menor Occidental, habían enseñado a sus oyentes, según Ireneo y Epifanio, estos nombres de los diferentes grados de ángeles. Pablo nos enseña que la sabiduría más verdadera es la de conocer a Cristo como el que reina sobre todos ellos. y todo nombre que se nombra—todo ser cualquiera. “Toda otra criatura” (Romanos 8:39). no sólo en este siglo—el orden de cosas actual. “Lo presente … lo por venir” (Romanos 8:38). mas aun en el venidero—“Nombres que ahora no conocemos, mas conoceremos después en el cielo. Sabemos que el emperador va delante de todos, aunque no podemos enumerar todos los sátrapas y ministros de su corte; así también sabemos que Cristo está sentado encima de todos, aunque no podemos nombrarlos a todos.” [Bengel].

22. sometió todas las cosas debajo de sus piesGriego, “sujetó bajo sus pies” (Salmo 8:6; 1 Corintios 15:27). y diólo por cabeza … a la iglesia—para provecho especial. El orden griego es enfático: “A EL Dios lo dió por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”. Si hubiera sido algún inferior a él, su Cabeza, no habría sido de tanto provecho para la iglesia. Pero como él es la Cabeza sobre todas las cosas, y a la vez es la Cabeza de la iglesia (y ella es el cuerpo), todas las cosas son de ella (1 Corintios 3:21). El está SOBRE (“muy alto sobre”) todas las cosas; en contraste con las palabras, “diólo por cabeza a la iglesia”, es decir, para provecho de ella. Aquéllas, las cosas están sujetas; éstos, los creyentes, están unidos a él en su dominio sobre ellas. El término “cabeza” da a entender no sólo su dominio sobre nosotros, sino nuestra unión con él; por lo tanto, al verlo nosotros a la diestra de Dios, nos vemos a nosotros mismos en el cielo (Apocalipsis 3:21). Porque la Cabeza y el cuerpo no son separados por nada que intervenga, de otra manera el cuerpo dejaría de ser cuerpo, y la Cabeza dejaría de ser Cabeza. [Pearson de Crisóstomo].

23. La cual es su cuerpo—Su cuerpo místico y espiritual, no literal. Sin embargo, no meramente figurativo o metafórico. El es real, aunque espiritualmente, la Cabeza de la iglesia. El es la vide de ella. El comparte con ella su crucifixión y su gloria subsiguiente. El lo posee todo: compañerismo con el Padre, plenitud del Espíritu y humanidad glorificada, no meramente para sí mismo, sino para ella, la iglesia, la cual participa “de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” (cap. 5:30). la plenitud—La idea es de un receptáculo completamente lleno [Eadie]. Cristo mora en la iglesia y ella es inundada de su presencia. Ella es el receptáculo, no de sus dones y gracias inherentes, sino de la plenitud de sus dones y gracias que son comunicados por él. Así como de él es la “plenitud” (Juan 1:16; Colosenses 1:19; Colosenses 2:9) inherentemente, así ella es su “plenitud” por habérsela él comunicado a ella en virtud de su unión a él (Cap. 5:18; Colosenses 2:10). “La iglesia es la plena manifestación de su ser, por estar compenetrada de su vida.” [Conybeare y Howson]. Ella es la revelación continuada de su vida divina en forma humana; la representación más completa de su plenitud. “La plenitud” no se refiere a la jerarquía angelical, como enseñaban los maestros falsos (Colosenses 2:9, Colosenses 2:18), sino a Cristo mismo quien es la “plenitud de la Divinidad”, y quien es representado por la iglesia. Koppe traduce con menos probabilidad, “la entera multitud universal”. de Aquel que hinche todas las cosas en todos—Cristo el Creador, Preservador y Gobernador del mundo, fué constituído por Dios (Colosenses 1:16, etc.) y llena todo el universo de cosas con todas las cosas. “Llena toda la creación con todo lo que ella posee”. [Alford]. El griego “Llena para sí mismo.

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