Mas al que no obra, pero cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. [Ilustremos nuestro punto con el caso de un obrero. Si el trabajador hace todo lo que acordó hacer, entonces se le debe su recompensa o salario, no como un asunto de gracia o favor, sino como una deuda justa. Pero si, por el contrario, el trabajador no cumple en absoluto su acuerdo, sino que simplemente cree en la promesa de su empleador de que, de todos modos, se le pagará, entonces el alquiler no es alquiler en absoluto; es un mero regalo de gracia y favor, y no una deuda.

Ahora bien, esta última es la posición ocupada por Abraham y por todo aquel que cree en aquel que justifica al impío, porque su fe les es contada por las obras de la ley, aquellas obras de justicia que prometieron hacer, pero nunca realizado. La frase es muy elíptica, mezclando el apóstol la ilustración con su aplicación, en la embestida de su pensamiento.]

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Antiguo Testamento