(7) Y el Verbo se hizo (u) carne, y (x) habitó entre nosotros, (y vimos su (y) gloria, la gloria (z) como del unigénito del Padre), (a) plena de gracia y verdad.

(7) Aquel Hijo, que es Dios desde la eternidad, tomó sobre sí la naturaleza de hombre, para que uno y el mismo mismo pudieran ser tanto Dios como hombre, quien se apareció manifiestamente a muchos testigos que lo vieron, entre los cuales estaba familiarizado y a quienes de seguro y argumentos indudables que mostró ambas de sus naturalezas.

(u) Es decir, hombre: de modo que, por figura retórica, sinécdoque, la parte se toma por el todo: porque él asumió nuestra naturaleza entera, es decir, un cuerpo verdadero y un alma verdadera.

(x) Por un tiempo, y cuando terminó, subió al cielo; porque la palabra que usa se usa con referencia a las tiendas; y sin embargo, él está siempre presente con nosotros, aunque no en la carne, sino por el poder de su espíritu.

(y) La gloria de la que habla aquí es la manifestación de la majestad de Cristo, que estaba como abiertamente colocada ante nuestros ojos cuando el Hijo de Dios apareció en carne.

(z) Esta palabra "como" no indica aquí una semejanza, sino más bien la verdad del asunto, porque su significado es este, que vimos tal gloria que convenía y era apropiada para el verdadero y unigénito Hijo de Dios, quien es Señor y Rey de todo el mundo.

(a) No solo participaba de la gracia y la verdad, sino que estaba lleno de la sustancia misma de la gracia y la verdad.

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