Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, la gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad.

Ver. 14. Y el Verbo se hizo carne ] Se puso un pésimo traje de lepra nuestro, para expiar nuestro orgullo y robo, al alcanzar a la Deidad y sanarnos de nuestra lepra espiritual; para ακαταληπτον αθεραπευτον, si no hubiera asumido nuestra carne, no nos habría salvado. (Nazianzen.) Induit ergo sordes nostras, dice uno. Por tanto, se condescendió con nuestros harapos; y entonces

Habitó entre nosotros ] habitó como en una tienda o cabaña, εσκηνωσεν. Alude a los soldados que montan sus tiendas; o más bien a la fiesta de los tabernáculos, en o cerca de la época en que se celebró, por consentimiento de muchos autores de renombre, nació nuestro Salvador.

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